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Alberto Moya Hidalgo
Martes, 25 de Marzo de 2025

Ceuta, bajo la influencia Omeya

Tal día como hoy, pero hace unos 1094 años, una flota omeya compuesta por 120 naves, 5.000 marineros y 1.000 mercenarios desembarcó en Ceuta y la ocupó sin apenas resistencia. Comenzaba la historia de nuestra Ciudad en el contexto del califato de Córdoba, una de los periodos mas esplendorosos de la historia de España. 

 

Dicha flota fue enviada por el casi recién nombrado califa (este hecho significaba que era independiente del califato abbasí de Bagdad en el aspecto político y religioso) Abderramán III. 

 

Antes de relatar que aconteció con Ceuta desde su incorporación al califato de Córdoba, habría que mencionar algunas características de este relevante personaje histórico. Nieto favorito de su abuelo el emir, era hijo de un noble cordobés y de la cautiva navarra Muzna o Muzayna. Sus rasgos físicos presentan peculiaridades ya que era descrito como atractivo, de piel blanca, pelo rubio rojizo y ojos azules oscuros, corpulento y relativamente bajo. Además, se teñía la barba de negro para parecer más árabe. Si queremos describir los 50 años de su reinado basta con recurrir a la Crónica anónima de al-Nasir que dice así: Conquistó la península ciudad por ciudad, exterminó a sus defensores y los humilló, destruyó sus castillos, impuso pesados tributos a los que dejó con vida y los abatió terriblemente por medio de crueles gobernadores hasta que todas las comarcas entraron en su obediencia y se le sometieron todos los rebeldes

 

O lo que es lo mismo, dotó de estabilidad al emirato independiente de Al-Ándalus reprimiendo los focos de insurrección enquistados durante años y consiguiendo la proclamación del califato. 

 

Una de sus construcciones más grandiosas y evidentes que han llegado hasta nuestros días es la mezquita de Córdoba, asombro del mundo desde entonces hasta nuestros días. 

 

En nuestro caso particular, conservamos la puerta califal, una maravilla milenaria que merece ser visitada por ceutíes y extranjeros, testimonio mudo de nuestra cultura. 

 

Retomando la historia de lo que aconteció en nuestra Ciudad en aquellos días, los notables de Ceuta, disconformes con el gobernador y acostumbrados al gobierno de los alfaquíes de Al-Ándalus, solicitaron ser gestionados directamente por este califato. En 931 se trasladó a Ceuta el gobernador de Algeciras, Umayya ibn Ishaq al-Qurasi, pasando a ser gobernador de esta plaza. Ceuta se convirtió a partir de entonces en la principal ciudad omeya del norte de África. 

 

Una década después, los idrisíes de la dinastía Banu Muhámmad, aliados de los fatimíes, atacaron Ceuta, derrotando a las tropas andalusíes y capturando al general Ibn Muqatil. Abderramán III envió un ejército que los derrotó y liberó al citado general. Sin embargo, los Banu Muhámmad atacaron de nuevo y conquistaron Tetuán, que posteriormente será arrasada por Abderramán III y recuperada de nuevo por los idrisíes. Abderramán III mandó otro ejército, que desembarcó en Ceuta hacia 953, derrotándolos nuevamente. 

 

Los fatimíes realizaron una nueva ofensiva un lustro después, reduciendo el dominio omeya en el norte de África a las ciudades de Ceuta y Tánger. Abderramán III fue sucedido en 961 por Alhakén II. Hacia 963 Tánger se rebeló contra los andalusíes, quedando solamente Ceuta bajo el control omeya. 

 

Destacar que durante el califato de Abderramán III, reforzó las defensas de Ceuta, reconstruyó sus murallas y levantó un castillo en el cercano Yebel-Musa y en Tetuán. 

 

En 971 Alhakén II, su sucesor, envió tropas a nuestra Ciudad para aplacar la rebelión del fatimí Ibn Qannun. Estas tropas fueron derrotadas y su general caído en 

 

combate, de modo que regresaron a Ceuta, donde pidieron refuerzos. Dos años más tardes, el califato mandó a un gran ejército, dirigido por el general Gálib Ibn Abd al-Rahman. En este ejército vino un nuevo administrador a la ciudad, Almanzor, que hasta entonces había sido tutor del heredero, Hisham. En 976 pasó a ser califa Hisham II, que contó con Almanzor como háyib (primer ministro). 

 

En 979 Ceuta fue sitiada por tropas del gobernador de los bereberes ziríes en Ifriquiya. La ciudad solicitó refuerzos y Almanzor envío tropas que, ayudadas por las fuertes murallas, lograron resistir varios sitios ziríes hasta que finalmente desistieron. 

 

En 986, el idrisí Al-Hasan Ben Kannun, con apoyo fatimí, realizó un nuevo ataque en el norte de África. Almanzor se dirigió a Algeciras, y organizó el paso de un ejército omeya, que contó con el apoyo de los bereberes zenatas. El ejército logró derrotar a los idrisíes. Al-Hasan Ben Kannun fue apresado y Almanzor le otorgó un salvoconducto para ir a Córdoba, aunque posteriormente fue ejecutado en aquella ciudad en 985. Almanzor buscó una alianza con los magrawas de la tribu zenata para el Magreb occidental, y con los sinhaya para el Magreb oriental. La rivalidad entre ambas tribus terminó con la victoria de los primeros. 

 

Tras la muerte de Almanzor se abrió un periodo de inestabilidad donde se sucedieron numerosos califas hasta que el año 1031 se desintegró definitivamente el califato en los primeros reinos de taifas, iniciando una nueva etapa en la historia de España 

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