Domingo, 12 de Octubre de 2025

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Antonio Palomar García
Sábado, 22 de Marzo de 2025

La siembra. Ut sementem feceris, ita metes

Da igual que se aprueben los presupuestos. Da igual aprobar leyes y no dotarlas de presupuesto porque son otras las prioridades. Da igual que se pierdan votaciones. Da igual ceder todo cuanto exijan a quienes te dan sus votos para continuar en la poltrona monclovita. Da igual la irrelevancia internacional. Da igual haber arruinado los principales sectores productivos (pareció, peligrosamente, que esa fue la idea). Da igual estar a favor y en contra del orden establecido (hoy con el mundo occidental, mañana con el BRICS o con HAMAS). Dan igual las críticas de los medios, de los demás partidos incluido el tuyo, de las demás instituciones o de las potencias que te circundan.

 

Da igual la Constitución y los poderes constitucionalmente establecidos. Dan igual los muertos y la dignidad de sus dolientes. Dan igual los delitos cometidos en tu propia cara. Dan igual las sentencias judiciales teniendo quién te las desmonte. Da igual el esfuerzo de ayer para llegar hasta hoy. Da igual el propio ayer si el asiento de hoy pudiera no llegar a mañana.

 

Da igual que nos entendiéramos en su momento. Da igual que se siembre entre compatriotas la discordia gratuita. Da igual que la invasión del Este se junte con la del Sur y la de más allá del Sur. Dan igual la realidad de los datos del paro o el sinvivir cotidiano de autónomos rebosados a impuestos.

 

Da igual haber renunciado a tus fronteras para dedicarte a defender otras, cuando no extrañas, ajenas. Da igual el nepotismo, la soberbia, el sometimiento de una nación a lo que te ordenen desde otra. Como dan igual las ayudas a La Palma o a Valencia pudiendo priorizar la pelea política…

 

Dan igual los improperios de tu pueblo. Dan igual sus vidas como nación sin rumbo. Dan igual los avisos, las exigencias de salirte de la ruta que ya otros diligentemente abandonaron. Da igual el miedo a todo aquello que te está dando igual, hasta que deje de darte igual… y resurja el miedo.

 

Entre ese último momento y el siguiente habrá acontecido, por fin, la España a la que no le da igual dejar de ser España, ni hacia afuera ni, por supuesto, hacia adentro. Y esa será la España que habrás de afrontar y enfrentar. Ante la que quizá te preguntes, qué le has hecho a España para llevarte donde España entienda que merezcas, a ti y a todos los tuyos. Porque todo tu proceder de indiferencia hacia tu desdeñada Nación, fue debidamente compartido y consentido. Y todo, seguramente, por haberte dado igual, también, tú propio ego, el que te movió a ocupar el asiento que nunca ganaste porque jamás, para nada, fuiste elegido. Es la tendencia natural de las cosas.

 

Por dar igual, quizá, ojalá me equivoque, dé igual hasta la obligación de convocar elecciones o, consentidas las mismas, el resultado de su escrutinio. Vamos conociendo el paño. Y si la tendencia natural prosigue su orden, llegará el momento en que se pongan las cosas en su sitio y entonces, cada uno recogerá lo que haya sembrado (Ut sementem feceris, ita metes), y nada te será indiferente.

 

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