Con la aprobación de los presupuestos en Valencia, no sólo se da estabilidad al futuro inmediato de los valencianos, sino que, además, el “no tragar con cualquier cosa” que anunciaba Feijóo, cuando se rompió el gobierno del Levante español, significa ahora asumir que el gobierno de Mazón se va a poner, por fin, del lado del sector primario, eliminando tanta traba, y del lado de la seguridad y tranquilidad de los valencianos, negándose al reparto de inmigrantes con el que quiere hacer tragar el gobierno de la Nación a todas las regiones de España, excepción hecha, como saben, del muro Puigdemont. Y todo ello de la mano y guía de VOX.

No sé cuántas veces repitió la palabra VOX el actual gestor de los destinos valencianos. Pero muchas. Y en cada una de ellas se sentía el eco en las casas demoscópicas. En un rato, los de Abascal (los míos, por qué esconderlo), adelantaban el 80% del trabajo para las próximas elecciones en el Este peninsular. 

Y tantas veces se reiteraron las tres letras que un día, allá por Covadonga, dieron nombre a lo que hoy se llama y significa VOX, como veces se resentían los cimientos de Génova viendo cómo el pueblo que hoy anda en Fallas, se percataba definitivamente que, aquello que proponían los de la calle Bambú, era tan cierto como que el propio PP se rendía sin condiciones a la evidencia que, desde la Tierra de María de los Desamparados, comenzará a extenderse con más fuerza que nunca por todo el territorio nacional.

Quizá, no lo descarten, cuando se vean los resultados de las políticas que a partir de ahora se ejecuten en Valencia, los de Feijóo, tal vez contra las indicaciones de Madrid, comiencen a aplicarlas en tantos lugares como se lo puedan permitir. Quién sabe, igual hasta en Ceuta y Melilla despiertan a la cordura, y vemos al PP pidiendo consejo y apoyo a los representantes del bando conservador para todos esos temas en breve tiempo.

Es lo que tiene ejercer la política desde la sensatez que marca la cercanía a las calles, los campos y los mares de España, y no andar con probaturas de despachos de quienes, probablemente, en su vida han pisado un surco o han visto un pesquero de cerca. Algo, por cierto, muy habitual cuando se vive tan lejos y se cree que, si lo dice un libro, es así. Y no, no suele ser necesariamente así.

Ahora vendrán los sesudos análisis de quienes van, como casi siempre, con retraso a leerse el programa de VOX. El mismo programa con algún matiz, ¡ojo!, desde 2014. Y se harán los sorprendidos y venderán sorpresa en sus medios. Y el ridículo les delatará.

Pero como con eso contamos en VOX desde semejante fecha en la que comenzó el ninguneo, pues eso, a recoger los réditos que nos da la sensatez y la razón, y no el oportunismo aprovechado que más de…, (es igual), muchos nos van a adjudicar.

¡De momento, Amunt Valencia!