Van ustedes a leer algo muy sensible para estómagos delicados, pero, aunque me digan que agredo personalmente al  PSOE, sólo decirles que me limito a describir datos irrefutables.

El malo no soy yo, lo malo es la impunidad de la que goza el Partido Socialista a la hora de designar a familiares y amiguetes para puestos copiosamente remunerados, y todo ello es un acto de amiguismo insólito, sin que nadie diga nada, salvo por lo bajini. La falta de control, la absoluta falta de control en el PSOE, produce monstruos y hace estas cosas, y las seguirán haciendo. Y repito, no soy yo el malo aunque escriba esta columna.

En el PSOE supongo que desconocen el significado de mérito y capacidad... ¡Qué dos palabras más horribles!... Ahora se han mutado para su uso, más descriptivas, como dirían los gurús de la actual Moncloa, en estas otras dos : «amistad y familiaridad». Las tocas y, como en  un acto de magia te abren puertas principales. Todo lo que rodea al PSOE es afición a las ostras y la buena mesa, y cuando el vino se sube a la cabeza confunden las matemáticas con una competición de natación, porque ahí, en el PSOE, saben flotar en las aguas de la vana pestilencia.

No van a cambiar su línea, se mantienen en ella, con ese fluido mágico de la amistad y el compadreo. Para ellos es un buen invento, todos consiguen grandes ganancias, grandes puestos con rendición de cuentas al Gran Jefe Sánchez, aunque el conseguir esos puestos carezcan de meritocracia y capacidades.

¿En qué consiste ese amiguismo y clientelismo? En buenos restaurantes, dietas y estar en el núcleo duro del partido, escoltando al Gran Jefe, a nadie más. Eso de la transparencia no va con el PSOE, porque su lema es dar las menos explicaciones posibles... ¡Y mejor para todos!... En el PSOE, con el compadreo, se pasa de ser operario a propietario de una cadena de hoteles de cinco estrellas o de lujo en un plis plas, y repito, sin el menor mérito y sin la menor capacidad. En resumen : poco trabajo, un buen estatus, jugar al pádel y seguir comiendo ostras a destajo, pero cuidado, un hartón de ostras es peligroso, y el resultado final puede ser ponerse una máscara antigás de por vida. Siempre se ha dicho que los trapos sucios se lavan en casa, pero en el PSOE ni Dios sabe dónde está la lavadora.