El PP siembra sus campañas electorales de promesas, compromisos y deudas contraídas que sus votantes asimilan, como buenos correligionarios socialistas, cual verdades inmutables y realidades innegociables que difícilmente se tornan tangibles, a mayor gloria del socialismo garzo al que tiempo atrás se entregó.

Es así como el PP no da abasto. Haciendo méritos que incrementan su deslegitimación cotidiana a la hora de reclamar su espacio en la derecha española, si es que aún lo pretende. Las últimas estribaciones del aznarismo supusieron para los de Génova su camino hacia la nada, convirtiéndose en el más útil apoyo del PSOE de decreto a decreto.

De este modo, las políticas de derechas que cabrían esperar del peperismo, se ofrecieron a disponer sin sonrojo toda la jurisprudencia al efecto al gusto de los infractores y, por defecto, detractores de la misma que recogía el famoso Decreto Omnibus, que tan de cabeza nos trajo a los españoles en las últimas semanas.

¿Formaba parte del programa del PP todo ese apoyo al sanchismo? Entiendo que no. Es más, creo que el votante del PP no había votado eso, ni entraba en sus cálculos toda la retahíla de apoyos que el feijooismo genovés le lleva prestado al PSOE.

Lo del tristemente famoso decreto con regalos al PNV, las subidas de impuestos encubiertas o descaradamente veladas, o la ampliación del plazo del desamparo de los propietarios de viviendas ante los inquiokupas, todo (y lo que no se nos ha leído) ha venido a retratar al socialismo azul por enésima vez, sin visos de ser la última. A ello súmenle, en Europa, un nuevo varapalo al sector primario, sumando apoyos al socialismo original para favorecer la agricultura magrebí. Y es que, aquel acuerdo para el reparto del poder europeo entre el socialismo rojo y el socialismo azul no podía deparar nada bueno.

En Extremadura merodean posiciones socialistas en busca de la aprobación del presupuesto con el PSOE, mientras calla ante la inversión en ambulancias (900.000 €uros) para Mohamed VI; o los 750 millones de préstamo a Marruecos, que nadie piensa que los vaya a devolver, para que compre trenes probablemente en otros países.

Con el reparto de menas no lo tienen muy claro. Los peperos canarios están encantados, mientras por la Península ni Mañueco, ni Moreno, ni Ayuso, ni ninguno de sus barones tragan con la nueva distribución de unos pasajeros, cuyo destino único debería ser el de vuelta a su tierra. Una distribución diseñada, al fin y a la postre, para no molestar a los apoyos parlamentarios de vascos ni catalanes.

Así las cosas, es evidente que la oposición del Partido Popular carece del sentido. De la boca a la mano, votan más fuerte que hablan, acallando sus propias palabras votación a votación. Se ponga como se ponga Cayetana, otra que igual baila…

Y luego llegan con el reproche de que Vox hace oposición al PP. VOX sólo hace ver al votante pepero que, si busca algún resquicio de aquello a lo que otorgó su confianza, mire a las filas de Abascal para reencontrarse, en gran medida, consigo mismo contra la continua renuncia que supone situarse del lado del socialismo, sea rojo o azul, y por consiguiente, entregado antes al proyecto de la izquierda que al verdadero servicio a la Nación. 

Por desgracia, continuará…