
Guardias urbanos de aquellos tiempos
Hubo un tiempo en que a los policías municipales se les llamaba «guardias», ya que quedaba claro que «nos guardaban, defendían o protegían», tanto a nuestras personas como a nuestros bienes. «Policía» es, en cambio, una palabra más técnica, aunque también de etimología antigua, pues viene del latín a través del griego y se relaciona con «el orden y el cumplimiento de las leyes que debe darse en las ciudades», y de ahí pasa a designar al cuerpo o institución que vela por su cumplimiento.
Los guardias municipales de los pueblos españoles tienen su personaje literario : es el creado por Francisco García Pavón, un escritor de Tomelloso que creó a Plinio, un guardia municipal de ese pueblo de Ciudad Real que, como el Padre Brown o la señora Jessica Fletcher, resuelve crímenes a base de intuición y deducción lógica.
He conocido a través de películas españolas a los guardias municipales de la posguerra, y era lógico que todos tuvieran la ideología de los vencedores : llevaban un uniforme gris, gorra y correajes de cuero, y en los años 60 llegaron a vestir en verano uno blanco, que los hacía lucir como si fueran almirantes.
Los guardias municipales tuvieron en España una imagen pintoresca y popular, muy cercana a la ciudadanía, que se manifestaba en Navidad cuando se les daba un aguinaldo que, en las grandes ciudades, se dejaba al lado del lugar en que cuidaban del tráfico.
Por los cambios sociales y el consiguiente aumento de los delitos a que debían enfrentarse se acabaron convirtiendo en Policía Local, cambiando muchas cosas. Ahora tienen que pasar por reñidas oposiciones y acumular un «currículum», e ir, oposición tras oposición, mejorando su situación laboral. Reciben cursos de formación muy profesionales y técnicos, y usan un conjunto de elementos disuasorios y de defensa variado, como largas porras, esposas y armas, cosas que los «guardias urbanos de antes» nunca tuvieron.
Es difícil que ahora, como se cuenta ocurría antaño, se encuentren a un niño perdido y lo sepan llevar a su casa incluso si no sabe aún decir dónde vive, ya que los actuales policías municipales, al no estar vinculados con el pueblo más que por un contrato laboral con el Ayuntamiento, tienen, primero, que enterarse de quién es el niño, mientras que antes conocían con pelos y señales a la familia del «mocoso», y, por supuesto, dónde vivía. En una encuesta que leí hace poco, los españoles piensan que la actual Policía Municipal está desarraigada de los vecinos, pero con un fino instinto para la aplicación de sanciones.
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