
Somos un Estado de desecho
Cada vez que hay sesión parlamentaria, hay un nuevo bochorno parlamentario. Cada vez parece más evidente que estamos en un Estado de desecho, no de derecho, y tenemos un ejemplo en las broncas infectas, groseras, insultantes y muy alarmantes y peligrosas que sus señorías del Congreso se empeñan en protagonizar.
Dirán ustedes que eso comienza a ser el pan nuestro de cada día en muchos Parlamentos de nuestro mundo actual, y es un triste signo de que la democracia se pudre por exceso de permisividad, por falta de educación y cortesía política, por instigación de los nostálgicos de dictaduras y totalitarismos populistas de izquierdas.
La ley debería sancionar las menciones y llamadas a la violencia, a las pistolas y gestos de matones, y no hacerlo, no es por virtud de la libertad de expresión, sino algo peor que un defecto del sistema : un error que nos hace involucionar. ¡Vuelve la mierda conspirativa a ensuciarlo todo! En muchos medios y en la redes, vuelven esos mensajes bárbaros como el de «si no estás conmigo, estás contra mí», vuelven los insultos soeces, las consignas eliminatorias, y en lo cotidiano de las pantallas las palabras queman con amenazas de muerte y discursos de nuevas ideologías de género de sexo cavernario.
Miguel Gila llamaba al enemigo por teléfono : «Oiga, ¿es el enemigo? Que se ponga. Oiga, que he pensado que porqué no paramos la guerra y nos vamos esta tarde a la escuela. Dan una clase de urbanidad, cortesía y educación que es la monda. Me dicen que hace reír a todo el mundo. Y ya nos irían bien unas risas, que está la cosa muy chunga. Todos los de nuestros partidos van a venir, tráigase usted a los suyos. Después habrá un buen vino y chorizo de primera».
Aristóteles pedía que los que se dedicaran a la política estudiaran el arte de la retórica y supieran hilvanar discursos como obras de arte de la convicción y la razón, en los que estaban prohibidos insultos, amenazas y groserías. Deberíamos exigir a nuestros gobernantes que antes de jurar el cargo pasaran un curso obligatorio de ética política, oratoria, cortesía y lógica argumental, y que se expulse a los que trasforman las Cámaras en asambleas tabernarias. ¡Los políticos son el reflejo de nuestra sociedad!
Dijo Churchill, «un político se convierte en estadista cuando piensa y actúa por y para las próximas generaciones y no por las próximas elecciones». Amigos lectores, creo que la política es cuidar del presente de manera que evolucione hacia un futuro mejor.
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