
Ahora, a por Lidia
Que huele a elecciones lo dice el BOE. En estos días se publicaba la licitación para la compra de papeletas y sobre votación para unas eventuales elecciones generales. Raro para algunos según dicen, en tanto en cuanto, esto se hace con unos 6 meses de antelación a la convocatoria electoral. Hasta ahí una normalidad adelantada, con cierto aire de sorpresa para muchos, vista la profundidad alcanzada de los garfios con los que Sánchez se ha anclado al sillón monclovita.
Que huelen a miedo electoral en algunos partidos es un hecho. Como en aquellos viejos motores arrancados a manivela, otros han empezado a exigir el afilamiento del colmillo mediático para atacar a cuanto pueda suponer un peligro para sus propios resultados comiciales, que para esos son untados.
Así, los bienmandados de turno ponían a trabajar las rotativas digitales, para dar cuanta repercusión pudieran a la noticia, que querían convertir en el titular del día, y que apuntaba directamente, sin ambages ni personal de confianza de por medio puesto disposición, a la esposa de Santiago Abascal, Doña Lidia Bedman.
El lío estaba servido y la intención de captar adeptos para terminar vinculando al líder de VOX en un fregado absolutamente interesado y, por lo mismo, habitualmente falso, comenzaba a encaminarse.
¿Qué delito imputaban? Haber facturado a una cadena de televisión privada por unos trabajos. Claro, esto visto en el actual escenario de mujeres de otros presuntamente enfangadas de corrupción, igual que su cuñado, pues daba para que el barrizal fuese objeto de conversación en cualquier foro.
Sin embargo, mire usted por dónde, se contaba no más que una facturación por haber realizado un trabajo, como en cualquier trabajo que se realiza y se pretende cobrar y que, además, era doblemente mentira. Lidia ni había facturado ningún trabajo a ese medio, ni había trabajado jamás con el Canal Intereconomía. Pero el daño, por la duda sembrada, estaba hecho.
Poco más tarde, la aludida sacaba su propio comunicado desmintiendo cuanto se le pudiera imputar, porque, al parecer, en este país, por el solo hecho de ser quien eres, tienes que aguantar que el infundio de contar lo que haces como si fuera un delito, aunque lo que digan que haces nunca lo hayas hecho.
El caso es que ha quedado en evidencia que la campaña electoral ha comenzado para algunos, especialmente, para esos que temen que lo que dicen los sondeos externos es muy distinto a lo que dicen sus propios barómetros internos, y que Vox va por muy buen camino, y eso hay que combatirlo, aunque sea a base de lo que llevamos sufriendo en esta bendita Nación desde hace demasiado tiempo: la mentira.
Y ténganlo en cuenta, si han ido de tan sutil manera contra la mujer de Santiago, de qué nos podríamos considerar librados.
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