
Saboreamos la palabra, somos el club de los poetas vivos
Han pasado ya más de tres décadas desde que se llevó al cine "El club de los poetas muertos", escrita por la estadounidense Nancy H. Kleinbaum, y a tenor de esa gran película me permito escribir esta columna de opinión... ¡Son los escritores los que han conseguido que el mundo evolucione! ¡Eso sí, junto con los profesores y educadores, que son los máximos exponentes del concepto de vida que encierra la famosa expresión «Carpe Diem»! Porque la literatura vale para cambiar el mundo a través de saborear la palabra y el lenguaje, y es la que nos permite soñar, y eso sólo es posible porque tenemos libertad.
La literatura nos ayuda a no condescender con lo ordinario y nos invita a ser únicos y extraordinarios y luchar contra la conformidad, que no es otra cosa que mantener nuestras convicciones ante los demás, pues nuestras convicciones nos pertenecen. La literatura es el camino para encontrar nuestra pasión y el motor para que logremos realizar lo extraordinario durante el transcurso de la vida... ¡Nos mantiene vivos! De ahí la importancia y la riqueza de la palabra, pues en ocasiones estamos exhaustos y sólo precisamos descansar un poco en el camino, tomar un poco de aliento, calmar nuestra sed.
La literatura nos da la capacidad de elegir entre los caminos que nos muestra la vida, y nos permite cambiar de opinión a pesar de pilares supuestamente inamovibles como la tradición o la disciplina, y así romper las reglas establecidas por algunas tiranías... ¡Es tan liberadora que da rienda suelta a la imaginación y a la emoción! Pero lo más importante es que nos ayuda a pensar por nosotros mismos, y quizás reafirma el pensamiento para extraer la esencia de la vida, pues es el camino hacia las grandes oportunidades frente a la resignación que nos propone la sociedad que ha evolucionado tanto tecnológicamente, una sociedad que nos lleva al camino del conformismo, que nos transporta a una desesperación silenciosa.
Por eso me gustaría dedicarle esta columna a un gran lector que escribe de maravilla, concejal de Vox en Sant Cugat del Vallés, a mi buen amigo Jordi Guirado, ya que sé de buena tinta que "El club de los poetas muertos" marcó su adolescencia, y suscitó en él la pasión por la lectura. Jordi, como amantes de la lectura y la escritura, formamos parte para la eternidad del «club de los poetas vivos».
*Columna dedicada a Jordi Guirado (Concejal de Vox en Sant Cugat del Vallés)
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