
Activistas de lo absurdo (PARTE I)
Se quejaban los periodistas españoles de la censura que había con Franco, de que faltaba libertad entonces, y por eso les cuesta reconocer que se van dejando voluntariamente trozos de libertad allá por donde transita ahora el noble arte de informar.
Echan el aliento en su espejo para que se empañe rápido y así no tener que reconocer que muchos son hoy día verdugos de ellos mismos. Un día oí de un periodista-tertuliano que el periodismo es vanidoso, pero que sin periodismo no hay democracia... ¡Me entraron muchas ganas de reír! ¿Por qué? Porque es justo todo lo contrario: sin democracia no hay periodismo, y la democracia se define, entre otras cosas, por la cantidad, la calidad y la independencia de sus periodistas.
También es de destacar que el producto resultante del periodismo es de vital importancia. ¿Es menos sana una democracia sin buen periodismo? Sí. Pero la existencia del periodismo así, sin matices, no garantiza una democracia sana. A muchos periodistas les encanta chapotear en el charco de presuponer al periodismo una supuesta calidad de serie en nuestra tranquilidad democrática: entonces es cuando confunden libertad con poder, grandilocuencia con profesionalidad...
La conclusión podría parecer que sin rebaño no hay periodismo. ¿Qué es lo que queda cuando no hay libertad? ¿Qué es lo que son cuando hay una moda de conciencia y temen salirse del carril por si les señalan? ¿Qué son cuando no han podido superar la frustración de no haber podido cubrir y contar una causa justa, una guerra de hace cien años o una huelga de mineros?
Cuando un periodista trata de encontrar un tono o una actitud de hace cien años para las noticias cercanas de hoy se convierte en activista de lo absurdo, es decir, en un activista de eso de "sin periodismo no hay democracia", en un activista que en realidad es un periodista que se olvida de defender su dignidad y su libertad cuando vuelve a la redacción después de todo el día fuera y un subdirector le cambia el titular para que no moleste a alguien que un día dejó mil euros de publicidad institucional. La guerra, la causa justa y las revoluciones de hoy, son la reivindicación, sobre todo de puertas para adentro, de la libertad y de la verdad... Continuará...
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