Viernes, 10 de Octubre de 2025

Actualizada Viernes, 10 de Octubre de 2025 a las 17:44:28 horas

Antonio Palomar García
Domingo, 10 de Noviembre de 2024

Otra vez la naturaleza

Tuvo que ser la Naturaleza de nuevo la que viniera a poner las cosas en su sitio, comenzando por su propio cauce y caudal. Fue la Naturaleza la que volvió a dejar en evidencia tanto plan multimillonario de esa Agenda de colorines que, dado su origen comunista, sólo podía traer muerte y miseria; tanto proyecto gubernativo, sino de unos de otros, que derivó en tanta pena como arrastra España desde hace dos semanas desde el lugar por donde en la Península levanta el Sol; tanto cuento ecologista que acabó flotando sobre las aguas que arrollaron cuanto pudieron, porque alguien se empeñó en darle libertad a toda su fuerza salvaje sin encontrar nada que las amansara a su paso, cuando haberlo antes, lo hubo.

 

Otra vez la Naturaleza, como desde hace siglos, dejaba en evidencia las carencias humanas de nuestros políticos, más empeñados en estorbar que en cumplir su función pública, gestionar, ayudar, hacer, trabajar por el pueblo que tuvo que venir a suplir a la caterva de demostrados inútiles para la gestión de semejante desgracia. Ese mismo pueblo al que distrajeron y utilizaron para enfrentar a unos contra otros, como buscando que políticos y pueblo fueran la misma cosa, y los palos que unos se repartían en los medios (otros que merecen un repaso) directamente o por persona interpuesta, otros procuraban airearlos contra el contrario que, paradójicamente, se manifestaba por idéntica razón a su lado. Se ve que el objetivo no fue para todos el mismo, quizá, porque va en nuestra naturaleza no apoyarnos ni en la desgracia.

 

Es, otra vez, la naturaleza humana, en su conflicto milenario, achicada entre si sucumbir ante el poder o si hacerlo ante el pueblo. El ciclo que nos ha traído hasta aquí y por el que, de un modo u otro, volveremos a repetir errores con tal de no transigir ante el poder contrario al que nos sea favorable… ¿Favorable?

 

Mientras, la condición negligente de la naturaleza política volverá a reincidir. Parece ser su condición negligir, insistir en la inutilidad que supone su inacción que supone al pueblo llano, simple y llanamente, ver morir a los suyos, mientras algunos ellos jalean a los inútiles, da igual el color. Si de algo anda sobrada a la Naturaleza es de colores.

 

Toca devolver la normalidad a Valencia y, desde luego, toca desandar y reconstruir lo eliminado, que se sabe hubiera y volvería a evitar nuevas tragedias como la vivida y que reviviremos y revivirán, especialmente los valencianos cada vez que el cielo vuelva anunciar tormenta.

 

Tal vez sea mucho pedir sensatez. Quizá sea mucho pedir nuestro voto, el mismo que nos puede hacer, indirectamente, cómplices de tanta muerte y, seguramente, por ello vuelve a incrementar su valor.

 

La Naturaleza nos urge a actuar en demasiados frentes. El invierno ya está aquí. Nuevas aguas volverán y el estremecimiento por lo ocurrido y el recuerdo de tanta perdida humana y material impelen a actuar con la mayor premura porque, quizá, también sean las urnas las que nos traigan la precipitación de votos que requerimos. Eso también surgió de nuestra naturaleza. La necesidad de entendernos.

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