Que Pedro Sánchez tiene dominada a casi toda la oposición es un hecho que tiene en el casi la solución efectiva. Y ese casi se llama VOX. Y tiene dominada y mansa a casi toda la oposición empezando por el propio Partido Popular de Alberto Núñez Feijóo, que se descaró no aprobando ninguna de aquellas mociones de censura que defendió Abascal que terminó recibiendo los apoyos de su propio grupo y algún que otro voto más. Posteriormente, el PP pasaría del no rotundo a ponerse de perfil y abstenerse, no fuera que se le cayese el escaso cascarón que les quedaba entonces como partido de derechas. Hoy no les queda nada.

Y no les queda nada porque ese PP del no a las mociones de censura, tornó en dócil confrontador para el PSOE, que veía como un día los populares retozaban de gozo ante el rechazo a su propio recurso a aquella Ley del Aborto; más tarde se plegaban a lo negociado, mientras engañaban a sus convocados a manifestarse contra el CGPJ que defendía el PSOE que, al parecer, ya no quedaba politizado, sólo al capricho de lo que se dictase desde La Moncloa; antes se avino a repartirse de nuevo el poder europeo, acordando con el socialismo continental el reparto de sillones y dejando fuera, contra la tradición, a VOX de los puestos que le correspondían (esto ya ocurrió en el Congreso), incluso, favoreciendo con ello a comunistas y otras castas (igual que en Congreso); y, finalmente, viendo como los propios varones peperos hacen lo que les viene en gana en aquellas regiones en las que gobierna, ora desechando reuniones con Sánchez, ora sentándose con socialistas del lugar para aprobar presupuestos, en vista de que VOX ya no traga con semejantes malquedas políticos.

Súmenle a todo esto, sin ánimo de exhaustividad, las últimas negativas del PP a aprobar en el Congreso las iniciativas de VOX para declarar la inmigración ilegal como situación de interés para la Seguridad Nacional , así como su rechazo a debatir en el Parlamento Europeo la corrupción de su socio Pedro Sánchez, y se entenderá perfectamente como el casi del morador de La Moncloa es, de hecho, toda y la única oposición a este gobierno al que mueven la boca desde Waterloo y le mantienen el pulso desde Génova 13. Extraña derecha esta que a la izquierda auxilia presta.

Mas, el casi no sucumbe a embates ni de propios ni de extraños y sigue, pues la empresa acometida está por encima de sillones y de cargos, y así actúa. Se sabe imprescindible ante los antecedentes y el ninguneo continuo que, piensan, les afecta (craso error) y, entre el pico y la pala sobre el que fue cimentado y los nuevos medios a disposición, insta a luchar por cada día por enlucir la fachada y los interiores de una Nación excesivamente manchada por la corrupción de unos y la perversión y el silencio, últimamente conocido, de otros.