Se trata de invisibilizar a VOX. No caben más para el reparto y a VOX parece que le toca quedarse fuera, aunque a nada de ese reparto aspire. Si acaso, a tener la posibilidad de seguir prestando el servicio a España que a diario demuestra.

Pero debe ser que ese servicio acarrea dejar en evidencia las carencias palpables y las sobrevenidas que, a diario, podemos captar en el desenvolvimiento de los distintos partidos que acompañan a VOX en las distintas Cámaras de representación, de las más de dos decenas diseminadas por el mapa patrio.

Y hay que invisibilizar a VOX porque los de Abascal, firmes en la tormenta, saben mantenerse erguidos, ofreciéndose como faro de esperanza para una política española que lo primero que defienda sea el bienestar de los españoles. 

Invisibilizar a VOX pretendiendo resignar a España a la condena ineludible del flagelo del duopolio político, es luchar inútilmente contra un partido que frente a los palos de dentro y los de fuera, frente a las campañas en contra de los que, paradójicamente, no quieren que se les vea, y frente a todo tipo de insultos y guantás de ninguneo y reveses varios, frente a todo eso, no hay quien lo tumbe. Por la sencilla razón de que Vox se ha convertido en el partido que, en medio de tanta mentira, ofrece la verdad desde la sencillez y contundencia (por su necesidad) de sus propuestas.

Propuestas de esas a las que hoy les deniegan su apoyo en no sé qué Parlamento o Ayuntamiento y, poco después, las presenta PP o PSOE (qué más da uno que otro) bajo su logo y, entonces sí, sale adelante. O propuestas de esas que en Europa repelen y a poco de ser leídas desde el atril reciben la aprobación por su sensatez. Eso es VOX.

El VOX que desde hace 10 años viene pidiendo cierres de fronteras porque la civilización occidental se la juega y llegan líderes de aquellos lares a decir que sí, que efectivamente Santiago continúa teniendo razón. Como tiene razón Meloni, y es la prueba mejor de que Santiago Abascal estaba en lo cierto, desde hace una década al menos, cuando insistía que las políticas de inmigración en Europa eran totalmente erradas y había que darles un vuelco desechando tanto plan anti Europa basado, principal y básicamente, en anteponer los intereses de los llamados a invadir sobre los de sus anfitriones europeos. Ni España ni ningún País de los nuestra Comunidad Europea debe estar llamado ni sentenciado a ser la Albania de Europa, ni siquiera la propia Albania.

Va siendo hora, pues, de que los socios españoles en Europa, PP y PSOE, dejen de malgastar dinero, reciclen debidamente la Agenda de colorines que comparten, y asuman que existe otra diversidad, la política, que sobrevivirá a sus embates mientras ellos sucumben ante el espejo de la honradez, en esos reproches mutuos que quieren sirvan de escondite a la culpa de la corrupción que les suele acompañar. 

Algunos hemos sido testigos de casi cada uno de los días de esos 10 años aludidos. Hoy VOX continúa procurando su propia luz frente a la oscuridad de la cobardía que le brindan los de siempre, esa cobardía que les retrata a diario. Pasarán otros 10 años y VOX seguirá porque son sus principios, ni siquiera su nombre, los que le alumbran. Reitero, una invitación a la esperanza.