La implantación en España del proyecto progresista (cada vez muestran menos interés en llamarse socialistas, supongo que por aquello de la historia que les contempla) marcha a la mejor de las velocidades posibles con el mejor de los apoyos imaginables: el Partido Popular, el irreconocible Partido Popular de Alberto Núñez Feijóo.

El PSOE no encontró mejor tesitura allá por 2015, cuando a Mariano Rajoy se le ocurre, sin consulta alguna a nadie, firmar en la ONU la Agenda 2030 y sumirnos con ello en toda serie de consecuencias que su implementación ha venido trayendo a Europa desde entonces. Desde las políticas de apertura de puertas a la inmigración, prácticamente descontrolada (en un descontrol perfectamente calculado), hasta las de planificación familiar del nacimiento (o no), a la muerte ofrecida en bandeja.

Si vamos de norte a sur, repasen un poco la situación de Europa. Vean en qué situación están Suecia, Holanda, Bélgica, Alemania, Francia en el desarrollo de todo ese tipo de políticas.

¿Y en España? Por nuestro País pudimos ver como los populares se mostraron solícitos para pactar con VOX y recuperar una extraordinaria cuota de poder, hasta que alguien debió recordar a los de Génova que los de Bambú, siguiendo el callejero madrileño, no les iban a permitir atentados ni contra la vida, ni contra la propia seguridad de los españoles, esas cosas contra las que lucharon hasta no hace mucho y que ahora han pasado a formar parte de un partido al que de derechas no le queda más que la necesidad de recurrir a tal denominación, cuando ve que a sus votantes les acucia la duda sobre qué partido votar por no hallar en el PP una sola de aquellas propuestas de las que otrora fueron abanderados.

Y como a veces de lo que se escribe se suelen requerir ejemplos que certifiquen su veracidad, pongámoslos. 

Corría 2010, ZP llevaba la Ley del Aborto hasta Las Cortes españolas saliendo de allí refrendada, pero encontrando poco después el recurso del PP ante el Tribunal Constitucional que no resolvería hasta 2023, ya con Conde Pumpido al mando, en favor de los intereses del PSOE y encontrando en el PP al primer invitado a la celebración vista la alegría con la que el Sr. Núñez Feijóo recibía la noticia.

A partir de ahí se entiende perfectamente la entrega a la causa proabortista del PP a lo largo y ancho del mapa de España, especialmente, entre sus primeros espadas, ya libres de compromiso con VOX. Les hablo, lo imaginarán, de la Sra. Ayuso y el Sr. Moreno. El segundo se hace acompañar en su gobierno por Loles López, Consejera de Inclusión Social, Juventud, Familias e Igualdad. O lo que es lo mismo, todos los palos de la baraja núcleo-irradiadores del progresismo invadiendo el Sur a puertas abiertas, de par en par, que si no tiene  bastante con las políticas proabortistas, rinden la mayor pleitesía  a la proeutanasia disponiendo un bus informativo, cual buhonero despistado, recorriendo las calles de Andalucía para… bueno, mejor no entrar en detalles.

Y la primera… lo de la primera: Ayuso es a los contratos menores destinados a las clínicas proabortistas, lo que Pedro Sánchez a la aprobación de decretos, un sinparar de hacer lo contrario a lo prometido (vean su programa electoral, paginas 18 y 19),  y una falta absoluta de respeto al electorado que ve (de milagro, gracias a Abogados Cristianos) como la Sra. Presidenta de la Comunidad de Madrid ha desarrollado un gusto desacerbado nada menos que por el apoyo al aborto. 

Y todo esto sin salirnos del PP… ni de la Agenda 2030