El titular que ofreció ayer Pedro Sánchez, marido de Begoña Gómez y presidente del Gobierno de España -escribía Luís F. Quintero en Libremercado-, fue una auténtica declaración de intenciones. El mensaje internacional que quería colocar es que en España los millonarios no son bienvenidos. Pero más allá de eso, el querer colocar a los "multimillonarios" o a los propietarios de Lamborghini en el punto de mira, lo que hizo fue señalar como problema algo que es meramente anecdótico en la realidad social de España, por desgracia, y es que la gente que se puede comprar, en concreto, un Lamborghini, es muy poca, en concreto sólo el 0,07% de los españoles podrían adquirir uno, si quisieran.

En España entre 2011 y 2023, según fuente de ‘Statista.com’, se vendieron poco más de 230 unidades. Pero parece que el problema que tiene Pedro Sánchez no es tanto con los propios vehículos, sino más bien con las personas que pueden comprarse esos coches, esa gente que "tiene en su cuenta corriente dinero para vivir cien vidas", como decía en tono despectivo desde la tribuna que se montó el otro día en el Instituto Cervantes, y le ha recordado el articulista.

El hermano de David Sánchez Pérez Castejón, el que es también íntimo de Ábalos, el amigo de Koldo, el admirador de Zapatero y de Maduro, es decir, el ejerciente como presidente del Gobierno, parece odiar y querer perseguir a millonarios y multimillonarios que residen en España. A aquellos que ganan más de 750.000 euros al año (los que se pueden permitir costearse un Lamborghini). Es decir, poco más de 15.000 personas, según datos de la AEAT, o sea el 0,07% de la población.

Estos datos dan la medida de la enorme estupidez -una más- comentada este miércoles por Pedro Sánchez, quien mostraba, en realidad, su odio por fortunas que pueden permitírselas, porque en realidad este Gobierno de Sánchez aspira a que la clase media en España ya no sea la que gana el Salario Mínimo Interprofesional, como presume falsariamente ahora, sino que sean aquellos que reciben el Ingreso Mínimo Vital.

Este tahúr del Mississipi, el “querido presidente” del vetusto y añejo émulo de Ceuta quien se libera cuando le conviene de sus propias siglas políticas y se metamorfosea en función de sus necesidades pero aniquilando al sector privado en Ceuta, en beneficio de subvenciones públicas, está destrozando económicamente a España, acabando con su capacidad productiva y promoviendo que las fortunas huyan despavoridos del país, para su propio regocijo y para el emprobecimiento absoluto de la población a la que poder manejar mejor desde las aportaciones estatales. Y todo ello con el permiso, la anuencia de una oposición lánguida (al menos desde el llamado primer partido opositor), sin plantear de verdad una confrontación política seria, decidida y sistemática, para salvar a la nación.

Pedro Sánchez, el del Falcon, odia a los millonarios, se reviste de progre solidario de mentirijillas, y con él toda la caterva de apesebrados que le siguen. Esa izquierda caviar que se llenan de solidaridad y luego acaban con la igualdad de territorios-regiones, con medidas que favorecen su permanencia en el poder, mientras visten de Prada (Yolandita) y arremeten contra los Amancio Ortega de turno.

Pedro Sánchez, el Lamborghini, el filibustero.