
El gran negocio de la inmigración ilegal
La semana que ha finalizado ha venido a demostrar que Juan Vivas va por libre en el Partido Popular, porque se lo permiten -por razones que sólo ellos sabrán-, y que la dirección nacional es ridiculizada una y otra vez por el longevo político, ya que como si fuera un verso suelto, se maneja a su antojo sin atenerse a las directrices de la cúpula. Para él no existe la disciplina de partido. Si Núñez Feijóo vota en contra de la reforma de la Ley de Extranjería en el Congreso, Juan Vivas hace lo contrario en el Pleno de la Asamblea de la Ciudad de Ceuta y se posiciona junto al PSOE haciendo caso omiso al posicionamiento de su partido. Luego, dirá con más cinismo que convicción que es "hombre de partido", y habrá que preguntarse qué partido; será del suyo, del particular, de sus propios intereses, ejecutando votaciones de izquierdas en una formación de derecha, engordando el gasto del presupuesto público de la institución que malpreside al igual que lleva una política comunista de municipalizar todo lo que le parece. Una formación calificada por Vox de "derechita cobarde", aunque más valdría considerarla de derechona desorientada y con la bújula política perdida desde hace tiempo.
La inmigración ilegal que sólo aporta conflicto y que, exenta de regularización, supone una bomba de relojería, sólo representa un engañoso sentido humanitario -como si España fuera la reserva espiritual de occidente en este ámbito-, quedando exentos de este concepto Marruecos que facilita el "cargamento" humano de cayucos, y otros países que no parecen entender ningún sentido social y sólo consideran que es un factor económico el que comporta estas conductas. Económico de las mafias de tráfico de humanos, a la que la progresía no está especialmente interesada en liquidar, al reguero de dinero que las ONG´s manejan para colocar a todos los "progres" del sector izquierdoso, de los abogados de oficio -algunos atendiendo hasta doscientos inmigrantes-, y para colmo un factor determinante, como es la captación de votos a cambio de las "paguitas" que suponen seis mil euros mensuales a nivel individual para que no les falten móviles y ropa de marca a los inmigrantes sin que el sector productivo de España se vea mejorado con ellos, porque en vez de cotizar lo que hacen es percibir ayudas de supervivencia, aunque ya nos vendieron hacen tiempo, este gobierno sátrapa, que venían a solventar nuestro sistema de pensiones.
Partiendo de la base que toda África no es posible ubicarla en España, también hay que cortar ese flujo de "embarques" de cayucos que bien se sabe de donde salen e impedir esa ruta migratoria de las mafias: Canarias, Melilla, Ceuta. El día que ese itinerario sea defenestrado, las mafias a las que habría que perseguir por tierra, mar y aire, acabarían con su negocio. Lo peor del caso es que el negocio es de muchos como sucede con la droga; de los mismos que no cesan de aportar dinero a las "políticas" de violencia de género donde hay tantas colocaciones interesadas sin que los resultados respondan al aporte descomunal de millones, que sólo sirven para que vivan una serie de "enchufados" que se lamentan una y otra vez, de las consecuenciencias de su propia inutilidad.
Como somos el paradigma del sentido humanitario, este gobierno que nos sube los impuestos, y bate récord de Ministerios, empieza a importar familias palestinas: ya han traido 15 con graves problemas de salud, en un sistema con un 113% de deuda pública convirtiéndonos en los servicios sociales y sanitarios de África y Oriente. Nos olvidamos, parece, que en los primeros seis meses del año, España debe 52.000.000.000 de euros, o sea, como dice el gobierno de Sánchez, "vamos como un cohete" pero a la bancarrota. Una situación como la que nos dejó el chavista Zapatero y luego se quejan los socialistas que la derecha siempre viene con "recortes" sin responsabilizarse ellos de sus tropelías económicas.
Lo peor de toda esta situación son los pactos PP-PSOE en el reparto del pastel. Los ataques a la democracia, como vergüenza para el derecho, la violación de la Constitución y la burla a los ciudadanos, nos sitúan en un país en grave deterioro institucional.
Que el PP asuma el discurso de la izquierda (socialista y comunista) es de traca. Y que en sus filas haya personajes como Juan Vivas, que hacen de su capa un sayo, es mucho más grave que una simple anécdota o chascarrillo. Simplemente es la demostración de qué componentes circenses forman parte de la política, que atienden más a sus intereses personales anteponiéndolos al que ellos llaman con cinismo interés general.
¿Saben cuál es la mejor reforma a la ley de extranjeria? Que los políticos que la defienden, empezando por Juan Vivas, acojan inmigrantes ilegales en su entorno familiar a ver cómo les cambia la vida y así demuestran solidaridad con la ejemplaridad de su discurso llevado a su vida personal. ¿Qué mejor muestra de predicar con el ejemplo?
Ya lo decía alguien: Una cosa es predicar y otra, dar trigo. Mientras que el negocio continúe, que continúen llegando a Ceuta buenos millones del Estado y que Vivas recibe con los brazos abiertos, mientras se hace el sufridor de una problemática que traslada a toda la ciudadanía. Una cara dura que merecedía un zapato a su medida. No hay solución radical a la inmigración ilegal descontrolada porque no interesa y mientras nos marean la perdiz con enfrentamientos políticos de no pactos, seguimos invadidos, con carta blanca a identidades que desconocemos. Más cortinas de humo al buenismo solidario. Definitivamente, los políticos de la casta nos han tomado por descerebrados.
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