
Policía gubernativa
Las funciones de la policía básicamente son dos: el mantenimiento del orden público y la investigación criminal. La etimología de la palabra "policía" proviene de la organización política para mantener el "orden", las leyes y su mejor gobierno y como para mantener el orden dependen de las autoridades públicas, está bien claro que el gobierno de las ciudades tiene sus propias ordenanzas y, por tanto, ese orden podría asegurarse con las policías municipales y no sería necesario mantener una policía nacional. Sin embargo, para investigar un crimen, para revelar los secretos de una banda de malhechores, para desmantelar el hampa y la corrupción sí se necesita un verdadero cuerpo de investigación, formado y capacitado para actuar en cualquier punto de la geografía nacional porque el mal ni conoce de fronteras ni de divisiones administrativas. Queda claro que soy partidario de la separación de ambas funciones, ya me han visto el plumero.
Pero daré argumentos en favor de esta tesis. En primer, lugar porque la comunión del aparato judicial y policial unido a la detención por motivos políticos es un distintivo de la represión de la disidencia de las dictaduras y, salvando las distancias, en nuestro país la detención del productor teatral Nacho Cano, en lo que se ha calificado una cacería política difundida instantáneamente por el aparato mediático socialista del gobierno, ha comparado a la policía nacional con la "stasi", la policía secreta del Ministerio para la Seguridad del Estado de la extinta República Democrática Alemana. De ser cierto lo sucedido, y aquí ¡ojo! que se presupone la inocencia, sería una verdadera lástima que un cuerpo centenario hubiese caído en la paramilitarización propia de la guardia de asalto dedicada al mantenimiento del "orden público" desmereciendo su función de callada investigación criminal, verdadero motivo y razón de ser para la creación original de lo que hoy conocemos como Cuerpo de Policía Nacional, es decir, el sagrado servicio a la justicia que es un deber de los funcionarios de este cuerpo para garantía de los derechos fundamentales y protección, bien entendida, del estado de derecho. Y fue así por la disolución de la policía secreta, integrada en la escala superior ya que en parte provenía de la antigua División de Investigación Social y me da igual de que signo o de que bando fuese porque tampoco merecía la condición de policía debido a que su función fue la de la persecución de cada cual en función de sus ideas políticas.
En segundo lugar, a la policía uniformada la sufrimos en tiempos de la República y de Franco, cuando vimos como se violaban derechos fundamentales por el procedimiento de la patada en la puerta y la represión para allanar toda forma de disidencia o insurrección. Incluso en pandemia cuando fuimos sometidos a un confinamiento que fue declarado inconstitucional, que hundió la economía nacional y que aún no se ha cobrado ninguna responsabilidad. Más allá de la campaña psicológica de terror y miedo a un virus que se colaba por las mentes, más allá de envenenar a unos ciudadanos contra otros en una asquerosidad que no ha sido aclarada porque no se ha querido investigar y porque ha sido silenciada y sustituida por el interesado relato oficial. La verdad es que siento vergüenza cada vez que veo la medalla conmemorativa para recordar a quienes participaron en semejante mierda colectiva revestida de cuarentena ¡si Balmis levantara la cabeza!. Perdone la transgresión, que enseguida vuelvo al hilo. En el caso de la policía la pena debería ser la pérdida de la condición de funcionario y para los casos más graves las penas en su máxima categoría y sin atenuantes. Eso sí sería ejercer una profesión de riesgo, pagar los errores con la muerte laboral y profesional. Pero es que la libertad no es sólo para los valientes y ya que el estado de derecho no se regala necesitamos de quien lo proteja, de día y de noche, todos los días, parece retarnos un gobierno que hace tiempo que perdió sus principios porque vale todo para retener el poder, incluso acosar policialmente a rivales políticos y simpatizantes de otra cuerda utilizando a las fuerzas "del orden" y sin una verdadera investigación.
Por eso esta semana la actuación de un ministerio del interior unido a la fiscalía del gobierno y a los jueces en una ceremonia de entrega de bandera que parecía un acto militar con himno castrense incluido, unido a allanamientos, detenciones arbitrarias y propaganda me da terror porque me recuerda la forma de actuar de los regímenes socialistas autoritarios a medio camino entre las republicas sudamericanas coercitivas, la policía de la dictadura y la policía del orden en el pensamiento. Lástima que hoy la investigación ha quedado postergada ante la parafernalia de los uniformes, las banderas y las sirenas que han sustituido a los policías no uniformados por la decimonónica Policía Gubernativa.
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