El 9 de Junio nos ha dejado un panorama en el Viejo Continente ciertamente llamativo. Francia, Bélgica, Alemania, Austria, Italia, Hungría y otros se han concedido la oportunidad de intentar resarcirse de tanta política globalista e intervencionista en los asuntos internos de estos, que les han llevado a sentirse cohibidos, cuando no acobardados, por todo lo que les llega de fuera. No es sólo la presión fiscal y el cumulo burocrático con el que el socialismo vestido de azul de Ursula von der Leyen asola a la UE; es también, de manera muy evidente, la presión social, el miedo que la inmigración ilegal viene sometiendo a Europa.

Los resultados en Francia y Alemania hablan claramente de la necesidad de un cambio de rumbo en el quehacer diario de los europolíticos. Hay que replantearse seriamente la reglamentación que rige sobre la recepción de inmigrantes en Europa y, por supuesto, evitar los efectos llamada tan del gusto de esos que se denominan progresistas, sembrando de caos y zonas no-go demasiados lugares, invadidos y coaccionados ante semejantes tsunamis de nueva población no prevista, al menos, por quienes han visto colmada su paciencia y miedos ante el incremento de la violencia que trae aparejada esta imparable avalancha generada por el compromiso ajeno a una Agenda 2030 que se vuelve contra su promotores.

Así, la guillotina electoral francesa llevó al patíbulo al mismísimo Macrón, quien apenas esperó a la publicación de los datos oficiales para anunciar el vapuleo al que le había reducido Marine Le Pen, y anunciar que Francia volverá a las urnas a finales de Junio (con doble vuelta a principios de Julio), de las que se espera que la Rassemblement National (Agrupación Nacional) con Le Pen al frente comience a re-dirigir el destino de nuestros vecinos del norte.

En Bélgica su Primer Ministro Alexander De Croo participaba a su país que, en la hora que escribo este artículo, firmaría su dimisión al frente del gobierno belga, tras quedar su partido relegado como quinta fuerza tras prácticamente cualquier partido de los que obtiene representación en la Eurocámara.

En Alemania la AfD da un toque de atención brutal en la política teutona. Consiguen ser segundos, deportando al socialismo alemán a la tercera posición. Alice Weidel, líder de la AfD, se suman al trio de mujeres que en Europa van a condicionar la asunción de nuevas políticas de inmigración junto con Marine y Melloni, quien ayer en Italia veía reforzado su proyecto con una nueva victoria en las urnas. Ambas encontraban en Austria un reforzado aliado Harald Vilimsky, líder de la FPO, que también alcanzó la victoria adelantando a populares y socialistas austriacos.

Sólo el sur, precisamente el sur, europeo daba un respiro a las arcas electorales socialistas, quienes en Portugal ganaban y en España quedaban segundos respirando aliviados, porque los de Feijóo, sus aliados europeos, no se les separaban tanto como se pronosticaba, y ahora se desenmascaran para reeditar su alianza (lo tenían ya agendado…) junto con socialistas y liberales.

P.D.- Lo del 51% de abstención en España me parece un hecho muy reseñable, todo un filón sobre el que trabajar para aquellos que pretendan encumbrarse en un futuro o, al menos, consolidar y concretar aspiraciones más ambiciosas.