Por allá el lejano año de 1827, el cónsul francés en Argel, el señor Pierre Deval, recibió un golpe dado mediante un abanico por el Dey de dicho territorio. Este episodio fue considerado por Francia como un “casus belli” y justificó la invasión del territorio argelino por parte de Francia.

Bien es verdad que Francia e Inglaterra andaban merodeando el Mediterráneo con ánimos imperiales y buscando cualquier resquicio para imponerse en el primer territorio que se les pusiera a mano, bajo la justificación de que la piratería berberisca se estaba pasando de la raya. A principios de ese siglo, incluso los norteamericanos mandaron una expedición de castigo a las costas de Trípoli (hecho que los marines recuerdan en su himno).

Pues bien, ahora España está en una situación similar. Hemos sido formalmente agredidos por una potencia extranjera, sudamericana para más señas. Señalo el país para que el lector no piense que ha sido un país vecino o próximo a cuyos dirigentes en alguna ocasión algún alto cargo gubernamental español ha podido llamar nazis (pongamos, Alemania), o fascistas (pongamos a Italia o Portugal), o que hayan puesto nuestra Bandera bocabajo.

La afrenta esta vez sí se ha pasado de la raya, pues ha sido en la figura de la simpar Doña Begoña, que no hay otra dama de singular belleza y virtud en todas las instituciones del Estado. Tan es así que un Suero de Quiñones transmutado en Ingenioso hidalgo, junto con varios de los suyos, han decidido romper lanzas ante quiénes osen negar la escrupulosa virtud de la Dama.

Y así, ni cortos ni perezosos, nuestro nuevo don Suero ha decidido impedir el paso al “Loco Milei”.

Que bien mirado, la verdad es que esto se parece mucho al episodio del cónsul francés quién, decidido a importunar al Dey Abdelkader todo lo que supo (y algo más), consiguió que éste perdiera los papeles. Que lo de que ningún miembro del Ejecutivo de nivel (administrativo, se entiende, porque de nivel intelectual…) asistiera a la toma de posesión del Mandatario argentino no parece que haya sido una actitud cortés. Y eso que no aprovechó la circunstancia de su acceso al cargo para sacudirle a España su pasado colonialista, imperialista, inquisitorial, antisemita, pro-semita (sí, la Leyenda Negra también nos acusó en su día de tener sangre judía), genocida, etc., etc., etc. como sí hicieron otros mandatarios más del gusto de Sánchez.

Aquí el tema está en que me parece poca cosa lo que hemos hecho contra Argentina. También es verdad que no hemos podido expulsarla de Eurovisión sencillamente porque el país americano no está asociado al sistema. (Todos sabemos que fue una de las primeras y más graves medidas que se tomaron con urgencia contra la invasora Rusia). Es el momento de plantearse otras acciones más contundentes, sin descartar en el futuro lejano que pudiéramos enseñar los dientes. Yo, por si acaso, ya voy a limpiarme las botas.

Porque el Honor de nuestra Dama merece respuestas contundentes. 

Es lo que tiene estar hechos de polvo, pero polvo enamorado.