Ser presidente ya no es cuestión de ganar elecciones y conseguir más actas de diputados, sino de sumar los votos que te apoyen a las abstenciones necesarias y con ello erigirte presidente. Eso es lo que hizo Sánchez, y es o es lo que quiere hacer Puigdemont. 

Es más, llegará un momento en que ser presidente responderá más al ego del candidato que a lo que hayan dicho las urnas y no sería de extrañar que alguno llegara a no reconocer al ganador que sea, con mayoría absoluta, a saber con qué argumentos, con tal de no salir de La Moncloa- Sonará raro, sólo denle tiempo.

En España para eso tenemos a Pedro “El generoso” (por aquello de transigir con tanto daño a cambio de nada); “El magnánimo” (por lo otro de perdonar lo imperdonable que se nos hizo a todos, a cambio de no verse sin el sillónmonclovita); y ahora se nos ha convertido en Pedro “El piloto”, porque Pedro se ha agenciado  ahora un cohete y, en vista de que nadie se cree que ni la navegación, ni el rumbo, ni el destino, ni la velocidad van como él imagina, debe ser que el pilotaje lo realiza nuestro tan progresista como propalestino presidente, el colmo de la coherencia llevada al extremo.

Pero este autoenaltecido Nuevo Timonel de Occidente (tan preocupado por el recuerdo que dejará en la historia) y que no pasa de piloto, no es ni de lejos lo que se autoproclama, el líder de eso que llaman Justicia Social que traducido resulta: “no te esfuerces, confórmate con lo que te dé y estate plenamente agradecido a mi persona”. Y no lo será si lo impedimos evitando la resignación, si ponemos por delante que el Estado sea lo que quieran los españoles y no al contrario.

Podrá, si lo quiere, seguir inventando cohetes, unos pocos por semana si lo desea, pero el problema permanecerá en su imaginación frente a la realidad que nos atenaza, esa que en otros foros advierten de lo que se nos avecina de seguir en esta línea. La realidad por la que otros nunca creyeron que pasarían y ahora disfrutan de sus parabienes, entiéndase la ironía pues me refiero, sí, a Venezuela, a Cuba, a esos sitios, cuyos senderos comenzamos a explorar y en cuyas huellas comenzamos a introducir nuestros pies. Mal asunto, salvo para ellos.

Esa realidad que dicta que España tiene una deuda que es el doble de su PIB, y que ha crecido en más de 400.000 millones de euros, pasando de los 1.208 mill de euros a los 1.603 mill. de euros desde que el marido de Begoña lleva siendo presidente del Gobierno. Para entendernos, debemos más del doble de lo que producimos. Y por esa realidad es por la que decía que sólo él se cree lo del cohete y que el camino por el que nos guía no es el más oportuno.

Así pues, parece ser que ni su generosidad, ni su magnificencia ni sus dotes de pilotaje serán las guías que permanezcan en nuestro recuerdo histórico de su vida y obra. Doctores tiene en La Moncloa (por mas de un millar de en forma de asesores) para que le busquen algún otro mote. Por cierto, lo de doctores era por aprovechar el refrán. Dudo que haya alguno.