Los Ministros del Interior de la Unión Europea acordaron el pasado viernes 7 de junio endurecer las normas para impulsar las devoluciones de los inmigrantes irregulares a sus países de origen, como parte de la estrategia de la Unión para combatir a las organizaciones criminales dedicadas tanto al tráfico de personas como a la explotación tanto laboral como sexual.

Es decir, que los Gobiernos europeos reconocen de alguna manera que la culpa del aumento de muertes en el mediterráneo es achacable a la actuación de las mafias, que siguen sacando grandes beneficios de esta actividad ilegal.

Nada se dice del más que previsible aumento de las muertes in itinere en lugares alejados de la autoridad gubernamental de los países en tránsito. Quienes tienen la bondad y la paciencia de leer esta columna conocerán la existencia de este gravísimo problema del que nadie parece querer hacer caso.

El Ministro del Interior español estuvo en esa reunión y no consta ninguna declaración en contra, objeción pública o voto particular por su parte. Y uno se pregunta si Su Excelencia actuaba en representación de un Gobierno que hizo del Aquarius bandera de la nueva política migratoria llegando a movilizar un ejército de bienvenida al puerto de Valencia. Ejército que incluía hasta cuatrocientos cincuenta intérpretes contratados al efecto. Dado que había 600 inmigrantes, de los cuales 150 eran menores de edad -que no pueden ser entrevistados sin la presencia de alguno de sus progenitores-, había prácticamente un interprete por inmigrante, en una época en la que el CETI resolvía las llegadas masivas con una sola intérprete y una plantilla inferior a cien personas.

Supongo que no, que el Sr. Marlaska actuaba en la línea del Ministro del Interior que se atrevió en el mes de Agosto pasado a ejecutar una devolución no en caliente, si no en un frío siberiano, (porque no es que tardaran unas horas en devolverlos por la misma zona fronteriza, es que esperaron más de veinticuatro horas para hacerlo) a los 110 subsaharianos que acababan de asaltar el vallado perimétrico de Ceuta.

El silencio de las ONGs más comprometidas fue -en aquella ocasión- ensordecedor, como fue de récord la ausencia de manifestantes en contra de esa devolución en frío. Los mismos datos que se están recogiendo toda esta semana en los principales centros urbanos españoles.

Sin duda: Debía ser el Ministro del Interior que tiene retenido el Open Arms en el puerto de Barcelona. Definitivamente Su Excelencia no se ha leído el Manual de Resistencia. Pero dado que el Presidente del Gobierno tampoco ha hecho, ni dicho, nada al respecto igual es que él tampoco se lo ha leído.

Pero la que más me preocupa, especialmente debido a su avanzada edad, es la Excelentísima Delegada del Gobierno en Ceuta a la que todo este tipo de medidas le habrá producido una enorme ansiedad. Yo personalmente le vi felicitar al contingente de noventa subsaharianos que hubo que evacuar a toda prisa del CETI, por orden del Ministerio de Trabajo -el cual había entrado en pánico al haberse superado el límite de 1400 personas que podían acogerse en el Centro-. La Sra Mateos debe pensar que esos mismos inmigrantes que la Unión Europea presupone víctimas de mafias, son realmente personas que voluntariamente se han acercado hasta las vallas de Ceuta y Melilla, sin haber pagado ningún dinero; y que el que las mujeres subsaharianas que llegan al CETI manifiesten no haberlo hecho debe obedecer a la caballerosidad de los restantes migrantes que cuidan desinteresadamente de ellas.

Debe ser, (como decía el Jefe de la UCRIF de la Jefatura Superior de Policía de Ceuta en plenas primeras jornadas en contra de la Trata con fines de Explotación sexual que organizó en esta ciudad la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género), que esas mujeres están ejerciendo su legítimo derecho a ejercer la prostitución libremente y no bajo la coacción que supone la amenaza de muerte a su persona, a sus familiares o mediante el uso de magia negra.

Decididamente los Ministros del Interior desconocen la realidad de los mundos de yupi en los que viven algunas personas. Y parecen empeñados en erradicar a las organizaciones criminales de la ecuación migratoria, propiciando una inmigración ordenada, y sobre todo segura.

Porque izar pancartas en el Palacio de Telecomunicaciones con un “refugees welcome” para dárselas de progre y atraer a un montón de inmigrantes, que luego quedan desamparados deambulando por las calles, es de un cinismo intolerable. Y cuando ya no queda más remedio, se llama a las Escuelas Cristianas para que se hagan cargo del problema. O a las diferentes parroquias que el denostadísimo arzobispo de Madrid ha abierto para la atención a los inmigrantes abandonados por la Secretaría de Estado de Inmigración. O a Cáritas, quién atiende en Valencia a los escasos rescatados que no han desaparecido después de la brillantísima “Operación Acuarius”.

Menos mal que seguro que, después de estas advertencias, la Sra Mateos informará al Sr. Presidente del Gobierno para que no cometa la torpeza de volver a nombrar Ministro del Interior al Sr. Marlaska.