
Viernes Santo
Viernes Santo, los cristianos conmemoramos y recordamos la muerte de nuestro señor Jesucristo, Dios hecho hombre que aceptó el sumo sacrificio de su muerte en la cruz para redimir nuestros pecados. Su vida fue una lección que nos marca el camino para ser mejores como persona.
Lástima que la Iglesia, como institución, se encuentre tan lejos de su ejemplo. Al menos en Ceuta. Es la segunda vez que no puedo entrar en el templo un Viernes Santo, y no puedo evitar que me venga a la memoria la imagen de Jesús expulsando a los mercaderes del Templo.
La Iglesia, en su acepción de templo, es la casa De Dios, pero hoy la tienen tomadas las cofradías, y nos impiden el acceso a los cristianos que queremos acercarnos a Dios mediante la oración. En el más puro gesto de discriminación, y ante un día de lluvia, se deja a los fieles esperando en las puertas del templo mientras pasan entre ellos autoridades, acompañantes, cofrades, etc.
No puedo evitar pensar que aquí no está mi Dios, estaba fuera con los que nos mojábamos. Si yo hubiese sido alguna de la “autoridades” que han entrado apartando a los fieles que se mojaban en la puerta, debería haber pensado que su autoridad habría quedado más patente esperando con los que nos mojábamos fuera.
Y que cada palo aguante su vela
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