
Política de fango
Semana turbulenta la que nos ha deparado la política nacional, en los últimos siete días, lo peor de cada casa. Las palabras gruesas, las imprecaciones dirigidas al adversario, los bulos incluso como argumento parlamentario, han supuesto toda una sucesión de alusiones zahirientes con ánimo destructivo.
Los curioso del caso es que todos los protagonistas de estas secuencias que nos abochornan por el bajísimo nivel de la retórica parlamentaria -convertida en un verdadero patio de vecinos-, nos llevaron a un escenario de vodevil en el Parlamento español. ¡Qué lejos estos políticos actuales que llevan la confrontación y el exhabrupto a las antípodas de la retórica de Emilio Castelar que llenaba las tribunas del Congreso para escucharle!
Diríase que hemos pasado de la lucha de clases a la lucha de frases y hasta se califica a la vicepresidenta primera del Gobierno, como "la que habla como una metralleta", por su precipitación y desasosiego con un verbo pedrestre, una retórica precaria, además de mostrar mala educación señalando con el dedo al adversario político en tono amenazante.Un signo de deficiente comportamiento social, cuando en el colegio, siempre nos enseñaron -no sé si en la escuela ideológica de la progresía esa lección no la impartieron-, que es de mala educación señalar a nadie con el dedo.
La corrupción que abruma al PSOE y alcanza al propio Gobierno, en su creencia de que puede con todo -amnistía, indultos, pactos de política española en el extranjero, normalización de la conducta política de un prófugo de la justicia-, le ha pillado con el pie cambiado en el Caso Koldo, donde las ramificaciones de la trama afectan a la propia esposa del presidente, Begoña Gómez, con sus "negocietes" próximos a la operación de rescate de la aerolínea Air Europa. Un desasosiego que le ha llevado al Ejecutivo a "patinar" -en sede parmantaria-, cuando ha hecho uso de un bulo al acusar a la mujer de Núñez Feijóo, Eva Cárdenas de haber trabajado en una empresa que su marido subvencionó siendo presidente de la Xunta. Claro que, en esto de "patinar", el Partido Popular y Díaz Ayuso no le van a la zaga al PSOE, -prueba del nerviosismo y la estulticia-, cuando la presidenta de la Comunidad de Madrid salió a las primeras de cambio a defender a su pareja de un supuesto fraude a la Hacienda Pública, cuando se trataba de un particular, cuyos lazos afectivos no le implicaban a ella a título institucional, por cuanto la Comunidad de Madrid no había intervenido en sus negocios bajo el foco fiscal. Y lo peor es que la estrategia del Partido Popular desbarró con las presuntas amenazas -a título privado y personal-, del jefe de Gabinete de Ayuso, Miguel Ángel Rodríguez a una periodista que consideraba amiga de treinta años.
La realidad de estas conductas son la consecuencia directa, en primer lugar, que el presidente del Gobierno parece empeñado en empozoñar todo cuanto toca: desde su obsesión por mantenerse en el poder a cualquier precio desde el 23-J, utilizando la amnistía como consecuencia de la necesidad de 7 votos para gobernar a cualquier precio, generando con aquéllos lodos de la mentira como elemento distorsionador, y camuflado después como cambios de opinión, que restan credibilidad y desde luego, deprecian el valor de la palabra, tan valiosas para aquéllos españoles de antaño, con hidalguía recia y afectos a estrechar la mano como signo de conformidad y acuerdo como única testimonio. De aquéllos polvos llegaron estos lodos: convertir el Congreso de los Diputados en un lodazal en el que todo vale, con un Gobierno incapacitado para dar lecciones de nada, máxime cuando ha convertido la verdad y la mentira en un juego perverso de incredulidad. Se ha llegado a invadir las alcobas para imputar responsabilidades al más alto nivel, conocedores que en el PSOE -como les han increpado-, se les vincula con prostíbulos, droga y mariscadas. Se ha impregando el discurso político de frivolidad y los mismos que lo han protagonizado, aún manifestando propósito de enmienda, han vuelto a reincidir en los errores, subvertidos en el negacionismo hipócrita, lo que ha provocado aún más caos y tensiones.
El resentimiento del PSOE y el Gobierno por verse descubiertos en una trama con trayectoria anterior a la pandemia, que el PP haya desvelado a través de la UCO un mercadeo perverso de comisiones supermillonarias durante la pandemia, mientras miles de españoles morían por la COVID, es la mayor atrocidad que pudiera esperarse de unos dirigentes políticos carentes de escrúpulos.
El curriculum del PSOE es pródigo en escándalos de grueso calibre: los ERES, los 680.000 euros gastados en prostitución, drogas y mariscadas, el caso Tito Berni, las supuestas implicaciones de Ábalos en el caso Koldo y la mujer del presidente del Gobierno, pueden llevar al partido que blasonaba de los 140 años de honradez al descrédito histórico en este ámbito. Una vez despojado de su condición de partido "obrero", cada vez las siglas señeras van cayendo como una columna de naipes. Y sin contar aquí su trayectoria leninista y estalinista de sus convulsos inicios, tan claves, en el saqueo del oro español.
Así se entiende el nerviosimo, las amenazas al PP -"hay más cosas", decía Sánchez-, el intento de equiparar el presuno fraude fiscal de un particular con toda la trama corrupta del caso Koldo con varios Ministerios afectados y la desaparición de pruebas en alguno de ellos, -una práctica muy propia del PSOE que recurre a estos métodos y a las prescripciones en los procesos judiciales para dejarlos invalidados-, porque una de las obsesiones de los socialitas o más bien socialistos, es "borrar" cualquier atisbo de atrocidad que las hemerotecas y la historia puedan conservar. De ahí el borrado del golpe de Estado del "procés" con la Ley de Amnistía, cada vez más afectada por los pronunciamientos del Consejo General del Poder Judicial y los letrados del Senado.
Decir que todos los políticos son lo mismo es tanto como señalar que para un analfabeto todos los libros son iguales. En este punto conviene recordar a Gabriel García Márquez: "La memoria del corazón elimina los malos recuerdos y magnifica los buenos, y gracias a ese artificio, logramos sobrellevar el pasado". Menos mal, menudo consuelo para estos días de turbulencias y desasosiego más parecido al sueño de una noche de verano.
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