Cuando encendemos la candela y al terminar de usarla nos limitamos tan sólo a sofocar las llamas, corremos el riesgo de que los rescoldos del fondo prendan de nuevo con cualquier material que se les eche y se inflamen a su contacto.

Aquí, en España, esa lección tan simple no la aprendemos ni la aprehendemos, es decir, ni queremos saberlo ni mucho menos asimilarlo en nuestras vidas, hacer de ello lección de vida.

No robarás, dice el Séptimo Mandamiento. Presunción de inocencia, apuntan las leyes. Yo no sé nada, declara quien tenía, cuál lapa, al presunto corrupto a su lado a diario. No mentirás, indica el Octavo Mandamiento…

No sirvió de nada tanto caso de corrupción en los últimos cuarenta años en España. Y se miren las siglas que se miren, no fueron pocos. De hace un rato la Gürtel o los ERES; de hace unas décadas FILESA, MALESA, los Fondos Reservados, el Clan Pujol,…

Algunos creen que las siglas les hacen inmunes a la Ley y quizá por algún tiempo así sea. Pero, cómo se suele decir, no se puede estar todo el tiempo mintiendo a todo el mundo, la propia naturaleza de la mentira es de ciclo corto…

La indignación de España que, con respecto a la corrupción socialista, parecía haber aminorado, vuelve a despertarse y a sumarse a todo lo viene arrastrando de unos meses hasta hoy el Partido sanchista… y lo que te rondaré. Estaría bien saber si es este PSOE el que tantas ganas tiene que vuelva JuanMa Moreno, el gran valedor andaluz de la ruinosa #Agenda2030 y el #PactoVerdeEuropeo, quien ahora se ha empeñado en servirnos la eutanasia a domicilio.

No hay manera, parecemos estar condenados a vivir con los grandes partidos nacionales pendientes de ver quién es el próximo en sus filas en dejarse llevar por la avaricia humana a cargo del presupuesto público.

El caso que nos concierne no parece menor, comienzan a salir nombres que quizá expliquen decisiones de no hace mucho, pero también inspira relaciones y consecuencias “genealógicas” que apuntan alto, bueno, a lo más alto. Más de un exministro, cargos de primer nivel en el presente, gente demasiado cercana a la cúpula gubernativa que aún mantiene el cobarde y prófugo catalán (y mantendrá por mucho tiempo) y, como siempre, dinero, mucho dinero. Se ve que estos no se arriesgan por minucias.

¿Merece España esta situación? Habría que ver si nuestra Patria ha sido capaz de madurar al compás del tiempo que ha vivido; si le han servido de algo todos los padeceres que vía mediática le tocó conocer para, teniendo la oportunidad, en ocasiones, castigar a los encausados en los comicios ulteriores. Eso sí, castigo de escaso recorrido (como la mentira), tal vez porque las opciones fueron durante demasiado tiempo las mismas, intención que (está en el ambiente) pretenden recuperar los progresistas, el statu quo de siempre ya cedió demasiado tiempo.

Ante esta nueva coyuntura que aventa el resKoldo de la corrupción, se nos brinda la posibilidad, otra vez tomando nota, de colocar a unos en el sitio que les corresponde por tanta reiteración en el daño a España, y a otros junto a ellos por el desmedido afán que muestran de querer parecerse tanto a los primeros en demasiados asuntos.