El acontecimiento más importante de esta semana ha sido la celebración de la venida al mundo de Jesucristo nuestro Señor, el Mesías Cristiano hijo del hombre y cordero de Dios que de la misma naturaleza que el Padre se encarnó de la Virgen María para traer al mundo el mensaje de la salvación y de la redención. El Cristo que hindúes veneran, musulmanes respetan y judíos postergan hace de estas fechas Navidad.

Y, también, la venida a nuestro pueblo de la ministra de defensa, quien en uno de sus ataques de sinceridad ha declarado ante las autoridades locales y el baboseo militar que "Ceuta no es nada sin el ejército".

En mi opinión, se puede tener dignidad y ser obediente, pero no obediente y adulador porque esta actitud de mansedumbre denota un sometimiento impropio de la bravura. El valor es una virtud muy apreciada entre los militares, a los que de principio se les supone, pero que ha de ganarse en los momentos difíciles superando los miedos, aceptando el riesgo y enfrentándolo de manera satisfactoria. La personalidad es una cuestión de actitudes y con esta tropa dócil y amaestrada hay que aguantar. En caso de guerra morir seguramente sea su destino, ya que no durarían mucho al embate del ejército marroquí que hoy por hoy probablemente no esté mejor preparado, pero sí mejor armado según dicen los analistas de defensa.

Ante el alborozo de los políticos locales una magistrada que fue investigada por sacar de España seis millones de euros de una forma presuntamente fraudulenta y que anuncia el desmantelamiento de instalaciones de defensa para dar vía libre a la edificación de nuevos espacios urbanos es aplaudida y festejada por la tropa cuya actitud ha quedado bien retratada.

Y mientras el ejército pelotea, la ministra de defensa y el gobierno se ponen de perfil ante los ataques verbales de sus socios al discurso de Navidad del Rey que es el jefe supremo de las fuerzas armadas, se desmantelan las instalaciones de defensa, España cede ante Marruecos en el Sahara y en las fronteras de Ceuta y Melilla, se cuestiona la integridad territorial y el país se polariza a la vez que camina sin freno a convertirse en la Cuba de Europa.

Eso sí, con el dinero del contribuyente compran nuevos juguetitos para regocijo y satisfacción de la ingenua tropa bolivariana (lanzacohetes, submarinos, vehículos blindados, aviones, etc.) material que España nunca va a emplear porque en los momentos críticos hace "cua cuá" como los patos, pero que queda muy bien para poder vacilar, para que los amigotes puedan embolsarse un buen pico con el que devolver favores al gobierno mediante el control accionarial de empresas estratégicas como INDRA con las que engrandecer el sanchismo. Es el tejido político empresarial militar copiado del complejo industrial militar norteamericano, transformado y adaptado a la española para mayor grandeza y poder del líder socialista. Así nos va.