Dos de Mayo
Catarsis es la palabra que me viene a la cabeza después de anunciar en una serie de artículos lo que vendría a suceder en nuestro país por no haber sabido cerrar las heridas abiertas en la guerra civil.
Desgraciadamente la izquierda nunca superó el hecho de haber tenido todo y haberlo perdido y tras no aceptar el resultado electoral pretende aferrarse al poder para imponer su visión a toda costa, incluso, sacrificando la propia convivencia mediante la manipulación del mensaje a través de los medios de comunicación. Este nuevo despotismo que hace bueno aquel lema ilustrado que decía "todo para el pueblo, pero sin el pueblo" es la expresión de un desesperado y descarado movimiento socialista para aferrarse al poder un mandato más. Continuidad o perdición del juego democrático todos los antipatria, anarquistas, separatistas y republicanos de ultraizquierda están unidos para dinamitar la Constitución que vertebra España como nación libre, plural, independiente y soberana. La desesperación de un político que ejerce en funciones, con precariedad y provisionalidad, lo lleva a ceder y conceder cosas que están fuera de su alcance y a no limitarse en negociar con prófugos de la justicia o condonar deudas por encima de las leyes.
Vergüenza de partido socialista cuyo culto a un líder arrogante y mal perdedor es más por clientelismo que por defensa de su propia ideología, si es que verdaderamente hoy existe tal concepto. Pareciera que el cambio de discurso obedece a algo racional cuando en realidad denota que podrían estar secuestrados por el seguidismo a los grupos de presión, coaccionados por el mundo del hampa o que son rehenes de un entramado oculto y siniestro de personajes que se mueven con discreción obedeciendo a los dictados de obscuras agendas del exterior.
El juego es muy peligroso porque el pueblo está sufriendo, como siempre, por la distribución desigual de la riqueza, por el endeudamiento, porque la juventud carece de oportunidades y de empleo, porque la subida de los precios hace imposible la cesta de la compra, porque la justicia no llega nunca y porque el odio genera más odio. No hay tertulia, café, reunión social o hasta juego de petanca en que no se hable de la situación política, de la desigualdad ante la ley, de la inacción de la justicia y de la destrucción de la convivencia pacífica entre españoles. Pero sucede que la situación no puede ser peor.
Uno de los principios esenciales de la democracia es la rendición de cuentas y la responsabilidad lo que implica que los líderes elegidos en democracia sean responsables ante el pueblo y deban rendir cuentas por sus acciones y decisiones y ello implica la existencia de mecanismos de control, supervisión y equilibrio de poderes, pero cuando no existen esos mecanismos porque el legislativo obedece al partido político del ejecutivo y los jueces se reparten las sillas por su afiliación política mal vamos. Es la quiebra total del Estado de Derecho. En un Estado de Derecho todas las personas, incluidos los líderes políticos, están sujetas a las leyes y no están por encima de ellas ya que ello es lo que garantiza la igualdad ante la ley y la protección de los derechos individuales.
El mero hecho de que un político se siente a negociar con un prófugo evadido de la acción de la justicia para pactar con él una reforma de la propia ley que lo condena ya es un hecho delictivo en sí mismo realizado, en este caso, con publicidad y alevosía contra el Estado de Derecho y disfrazado de decisión política. La falta de participación ciudadana en la toma de decisiones políticas y un control significativo del Estado sobre la sociedad son las características de la dictadura.
Ante esta situación el alma del pueblo está en las calles de Madrid dónde, como un nuevo dos de mayo, se revela ante la injusticia y se alza contra los enemigos de España como hizo en 1808 contra los franceses. Es la catarsis, la transformación de la sociedad en un nuevo intento de despertar.
Queridos lectores pienso en que estamos en al albor de una oportunidad para un tiempo nuevo que se recordará durante mucho tiempo y se almacenará en la historia si este movimiento sirve para remover la conciencia de la política, para afianzar la separación de poderes, para regenerar la democracia y evitar la dictadura de los partidos y para que no sea posible que los sesgos políticos entren y salgan en la judicatura. Si eso ocurre valdrá la pena cualquier esfuerzo.
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