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El barón de Brède
Sábado, 04 de Noviembre de 2023

Amor y odio

La democracia es el debate de ideas, pero cuando hay unas ideas que no son compatibles con la convivencia deberían ser apartadas. Cualquier idea de odio debería estar fuera del discurso, pero también del propio debate porque si aceptamos el odio como idea, entonces el odio se combatirá con más odio y el conflicto será inevitable. Puede ser con cualquier excusa, la lucha de clases, la fe, la raza, la nación, etc. Y ya puestos a admitir el odio en el discurso y en el debate, la siguiente fase lógica será la toma de posiciones de la que no se librará ni el tibio ni el indiferente porque el conflicto llegará a su hogar.

 

Traigo esta cuestión porque últimamente están pasando cosas que deberían estar fuera del debate político para el bien de la convivencia democrática. Mientras la realeza jura lealtad al poder del pueblo en un acto cargado de simbolismo, España se fractura por el egoísmo de unos lunáticos que anhelan la utopía de ver su región emancipada e independiente de la nación a la que están vinculados por lazos culturales, históricos y de sangre y por la ambición de un felón para el que todo vale con tal de continuar en la Moncloa, un trilero que negocia con lo que no es suyo.

 

Los líderes de la izquierda poseen esa habilidad de basar su discurso en el odio a los que no piensan igual, en algunos casos utilizándolo como arma política contra el adversario. Movilizar sentimientos primarios es una estrategia muy eficaz cuando faltan los recursos, como dijo Zapatero "nos interesa que haya tensión".

 

Con el cuento de la lucha de clases, ese eufemismo de odio acuñado por Marx, lo que se esconde tras el comunismo es la venganza de la clase obrera hacia la clase media (la burguesía a la que acusan de haber abandonado sus orígenes humildes) con el objetivo de que desaparezca. El rico no es enemigo porque saben que la existencia de la pobreza es debido a la acumulación de bienes, es y hace posible su propia existencia y son conscientes de que siempre existirá y pesará sobre el obrero, por eso el odio cobarde de los partidos obreros se dirige hacia la clase media y, por eso, trata de conseguir su destrucción. Lo dijo la ministra de Hacienda, esta misma semana, "a los grandes empresarios nunca les ha ido tan bien como con este gobierno". Eliminando la clase media se consigue aumentar la base, como una boñiga flácida, y extender la pobreza sobre la que sostener y asentar su discurso. Rusia, Cuba, Venezuela, Camboya o Corea del Norte son su modelo, Pol Pot o el Che Guevara los líderes criminales más sobresalientes de una turba violenta que pretende diseminar miseria ante su incapacidad de progresar. Para ellos la política es un vehículo y el sindicalismo camuflado de lucha obrera su canal. 

 

La última ocurrencia defendida por el partido comunista (ese lobo escondido bajo la piel de un cordero llamado SUMAR) está bajo la idea de que el agua es barata en España. Con esta afirmación la izquierda se coloca en favor de una subida general e indiscriminada de los precios de este elemento básico por lo que veremos que el precio del agua subirá y la "claque" aplaudirá. No importa que el agua se encarezca, el rico podrá pagarla y para el pobre se crearán ayudas, pero la clase media sufrirá.

 

Ante esta situación llego a la conclusión de que como colectivo somos muy torpes y no vemos que este es el contexto que lleva a la Canaán filistea que se desangra por el odio. Deben ser las señales del cielo que anticipan esa batalla final que narran las Sagradas Escrituras, los sufrimientos previos a que todo se destruya y pienso que la educación es lo único que puede frenar esta lucha de la razón contra los esquemas mentales incompletos, de la lógica contra falacia, del bien contra el mal o de Dios contra el diablo.

 

Y en medio de este enjaretado de Ceuta se habla poco, cada día menos, en la medida de su importancia, es decir, ninguna. Abrumada por el contexto nacional e internacional Ceuta a medida que transcurre el tiempo muestra más su declive, está peor y más incomunicada. Falta de nuevos proyectos e ideas, Ceuta permanece a la expectativa sumida en el letargo del subsidio y con el mismo futuro que los dirigentes que la controlan.

 

Ante este ambiente de pesimismo y creciente polarización, debemos poner en valor la democracia como base para el debate de ideas, la comunicación para promover un diálogo constructivo y el rechazo del odio mediante la educación. El conocimiento y aceptación del diferente crea la empatía y en esto Ceuta podría destacarse como ejemplo de convivencia de cuatro culturas. La base del mensaje de la fe de cuatro religiones basadas en el amor y no en el odio también debería servir de base para su prosperidad.

La opinión de Ceuta Ahora se refleja únicamente en sus editoriales. La libertad de expresión, la libertad en general, es una máxima de filosofía de este medio que puede compartir o no las opiniones de sus articulistas

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