
Defender lo indefendible
Lo único que se habla es de amnistía. Hace falta ser mendrugo e insultar a la inteligencia, cambiar de opinión o mentir. Comparar peras con manzanas. Estúpidos tertulianos que por un trozo de pan son capaces de defender una cosa o la contraria simplemente en función de lo que les ordena quien les paga. Estúpidos medios de comunicación empresarios de la propaganda que esculpen el discurso de los políticos y juegan con el futuro colectivo. Tuercen las palabras... insurgentes (en lugar de terroristas) fallecidos (en lugar de asesinados) atentado (en lugar de ataque) amnistía (en lugar de exculpación) sedición (en lugar de traición) etc.
Ya se ha hablado hasta de Balcanes, con toda crudeza y con toda realidad, y hasta Felipe González dijo que "reconocer el derecho a la autodeterminación o a la declaración unilateral de independencia significa negar la existencia de España como estado nacional", significa no respetar y significa ceder a un ultimátum de independencia o confrontación. Pues yo digo que llegados a esta absurda y penosa situación no hay otro camino que el de la confrontación... Es lamentable, pero el paralelismo en el discurso periodístico de España con Palestina de estos días es inevitable, como también es ineludible la confrontación. La confrontación del bien colectivo contra el egoísmo individual, de la luz contra oscuridad, del bien contra mal, del hermano contra el hermano. Cada cual que se posicione en el bando que quiera de acuerdo con sus propios sesgos que bien seguro que tendrá a otro enfrente dispuesto a saltarle al cuello.
A pesar de las retorceduras, todo apunta (y conduce) a un proceso unilateral de independencia de Cataluña, proyecto de máximos que jamás habría soñado la minoría nacionalista catalana. A los hechos me remito. Si la cara es el espejo del alma, los discursos son el retrato de los políticos y quien cambia el discurso es que no es fiel a sus principios y esto es o porque es un desleal o porque no tiene principios. En lo primero, el presidente del gobierno sería un felón y, en lo segundo, un ignorante o un indecente. Además de no tener vergüenza, para destacar en la política, Sánchez, tiene las dosis justas de temeridad, manipulación, vanidad, deshonestidad y falta de escrúpulos que hacen falta para ser el perfecto malo de una película, alguien al que nadie le fiaría nada de valor y, sin embargo, ahí está el tipo chulo, jugándosela al límite de la Constitución como un mal perdedor.
Pasmosa la parálisis de la justicia que debía tomar un protagonismo y marcar las líneas rojas del juego democrático como balance del poder. En esta situación si la justicia no protege a los ciudadanos de los desmanes del gobierno es o porque no puede o porque no quiere, en este dilema el que no pueda se explicaría por muchas causas (excusas) y todas ellas conducen a la inexistencia de la justicia como derecho, pero si es porque la justicia se coloca al lado del gobierno, actúa con el gobierno y protege al gobierno entonces estaríamos en un terreno peligroso porque en esas condiciones la justicia sería el gobierno y si la revolución estalla los primeros en ser arrastrados por las turbas del pueblo engañado por los jueces serán los propios jueces.
Si la Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española y esta se rompe por la traición de los poderes públicos del estado al que el pueblo dio sentido a través de la Carta Magna, el que el pueblo acabe con esos poderes públicos parece una consecuencia lógica e inevitable. Ha pasado muchas veces, en todos los continentes, desde Rumanía hasta Méjico, desde Francia hasta Irán, incluso aquí en España. También ha pasado que ningún proceso de ruptura de un estado haya dado lugar al nacimiento del mismo estado y si España se rompe no habrá más España, en su lugar habrá otros estados con diferentes nombres y territorios. La cuestión aquí es si este proceso sería pacífico o sangriento.
Pactar con prófugos, con asesinos o con ladrones que no se arrepienten de sus fechorías es lo más vil y lo más bajo en que puede caer la dignidad de cualquier persona, mucho más si esa persona detenta el poder ejecutivo, las instituciones son sagradas y el que al frente de ellas se mezcla con el hampa las está mancillando y en consecuencia nos desprecia, nos insulta y nos agrede. A los malhechores se les persigue, se les da caza y si se puede se les elimina. Como al mal.
Al hampa se le combate por el bien común y por supuesto no se le financia ni se le mantiene con el dinero de los ciudadanos. Lo diré a las claras soy partidario de la pena de muerte, la guillotina en mis tiempos hizo mucho bien. Pero si el pueblo español no abre los ojos y reacciona o es que está ciego o es que es cobarde o es que es imbécil o es que España es un país de chorizos y delincuentes sin moral y sin principios y lo que está sucediendo le parece bien. Sea como fuese, cualquiera que fuera el caso la situación estaría tan podrida que de facto estaríamos a las puertas de una nueva catarsis o de otra guerra civil.
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