
La bruja Armengol
La democracia ha muerto, no porque no haya espacio para el acuerdo entre minorías que sumen esfuerzos para conseguir alcanzar el gobierno de acuerdo con las reglas establecidas ni tampoco porque se hablen lenguas distintas al castellano en el parlamento español, hoy con la inteligencia artificial hemos visto que prácticamente se puede traducir de forma simultánea a cualquier idioma, incluso se podría hablar en mismísimo chino mandarín ya que, con una colonia de más de doscientas mil personas viviendo en nuestro país, es pensable que algún día pueda haber algún descendiente ya español como representante político que ¿por qué no? podría hablar en su idioma materno. Despilfarros en traductores aparte, la excentricidad de los españoles (el país se sume en la miseria debido a los propios hispanos nacionalistas que como son incapaces de hacer algo provechoso exacerban su frustración en el odio hacia España) hace que llevemos más de un siglo tratando de avanzar al tiempo que nos desenroscamos la boina. Supongo que esto debe ser porque nos nace del espíritu heredado de los pueblos ancestrales por buscar la bronca y, a pesar del paso del tiempo, persistimos en nuestro error. Pero, como digo, la democracia no está muerta por esto sino porque cuando la norma se aplica antes mismo de que se apruebe es síntoma del vicio de la probidad.
Cuando las formas se pierden públicamente la desvergüenza se coloca en el primer plano y eso es justo lo que se ha presenciado estos días en el Congreso de los Diputados, que el fin justifica los medios. En la libertad que queda y que cada vez es menos me expreso en contra de que los representantes del pueblo obren de este modo porque, según mi opinión, con las mismas artes el día de mañana podrían justificar un cambio de régimen.
Hemos visto (y sobre todo oído) que la Mesa del Congreso de los Diputados presidida por su inclitísima señoría Francina Armengol admitió el gasto en traductores y dispositivos de audio para la misma sesión en que se debatía la reforma del Reglamento del Congreso que debía autorizar el uso de las lenguas regionales por lo que, salvo que la señora Armengol tuviese dotes de adivina o una bola de cristal para conocer el futuro, se anticipó a la resolución aplicando su resultado antes de su publicación.
Y aunque los acuerdos de la mesa, como órgano colegiado que es, producen su efecto desde el mismo momento en que se adoptan, no es menos cierto que para la reforma del Reglamento hace falta su validación en el pleno y el plácet mediante votación de totalidad por mayoría absoluta de los diputados porque así lo ordena la Constitución ¿Cosa de brujas? Cuidado no se ofenda la parroquia socialista que en la lengua de Cervantes bruja significa, precisamente "Mujer que parece presentir lo que va a suceder". Así pues, Armengol la bruja o la bruja Armengol, que tanto monta, presintió que la reforma del Reglamento se aprobaría en el pleno y con la Mesa ordenó un gasto antes de que la propia modificación se acordara (el día 21 de septiembre) y se publicara en el Diario de sesiones (el día 27 de setiembre) para facilitar que sus señorías pudiesen debatir la propuesta de reforma en sus lenguas vernáculas.
Con este gesto ha quedado acreditado que los representantes del pueblo (con una bruja a la cabeza y la asesoría del Letrado Secretario General D. Carlos Gutiérrez Vicén) pueden realizar un gasto antes de tener justificación para ello revistiéndolo de medida organizativa. Este es el ejemplo que nos dan quienes deberían tener una conducta ejemplar, quienes gozan de inmunidad y no pueden ser inculpados ni procesados sin la previa autorización de la Cámara y todo ello, estimado lector, gracias a tu dinero. Estupefactos se habrán quedado los Magistrados de la Sala Tercera, de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Supremo ante la quiebra de los principios y procedimientos democráticos. McLuhan dijo que el medio es el mensaje, pero estaba equivocado la actuación de la Mesa del Congreso le ha perfeccionado, su reflexión debió ser: el modo de hacer es el mensaje.
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