Ceuta / Foto F.R. Votos políticos con fe
Decía Kant lo siguiente: Divide et impera. “Si en tu nación hay ciertas personas privilegiadas que te han elegido como jefe, primus inter pares, procura dividirlas y enemistarlas con el pueblo; ponte luego en el lado de este último haciéndole concebir esperanzas de mayor libertad; así conseguirás que todos obedezcan a tu voluntad absoluta. Si se trata de Estados extranjeros, hay un modo bastante seguro de reducirlos a tu dominio, y es sembrar entre ellos la discordia y aparentar que defiendes al más débil.”
También en esta línea el escritor estadounidense Alvin Toffler escribió una cosa muy interesante en su libro Las guerras del futuro y que en páginas interiores lleva el título de Ejecutivos monjes e imanes, avisaba de la “influencia ascendente de las religiones globales, desde el islam y la ortodoxia rusa a las diferentes sectas que se multiplican actualmente con rapidez.”
La Europa católica o cristiana desde hace ya siglos tiene en sus frontera exteriores dos religiones con “influencia creciente”. Una, en Rusia, que ha pasado con Putin de un Estado imperial ateo-comunista a tener una presencia religiosa muy notable, poniendo en valor político el uso de la religión ortodoxa, especialmente para que la Europa occidental deje de tener influencia en su perímetro fronterizo. La otra es un islam, más o menos generalista, que rodea todo su flanco oriental y sur.
De manera especial, y hablando del flanco sur, Ceuta y Melilla se encuentran por su posición geoestratégica bajo la influencia directa del islam malikí (sunní), predominante en países como Marruecos, y al que se unen otros asentados en Oriente medio.
En estos momentos vemos que las campañas electorales en España están abiertas a todo tipo de participación que se ajuste a nuestro sistema constitucional, lo que no quiere decir que haya que olvidar lo que dicen Kant y Toffler.
Decía Kant lo siguiente: Divide et impera. “Si en tu nación hay ciertas personas privilegiadas que te han elegido como jefe, primus inter pares, procura dividirlas y enemistarlas con el pueblo; ponte luego en el lado de este último haciéndole concebir esperanzas de mayor libertad; así conseguirás que todos obedezcan a tu voluntad absoluta. Si se trata de Estados extranjeros, hay un modo bastante seguro de reducirlos a tu dominio, y es sembrar entre ellos la discordia y aparentar que defiendes al más débil.”
También en esta línea el escritor estadounidense Alvin Toffler escribió una cosa muy interesante en su libro Las guerras del futuro y que en páginas interiores lleva el título de Ejecutivos monjes e imanes, avisaba de la “influencia ascendente de las religiones globales, desde el islam y la ortodoxia rusa a las diferentes sectas que se multiplican actualmente con rapidez.”
La Europa católica o cristiana desde hace ya siglos tiene en sus frontera exteriores dos religiones con “influencia creciente”. Una, en Rusia, que ha pasado con Putin de un Estado imperial ateo-comunista a tener una presencia religiosa muy notable, poniendo en valor político el uso de la religión ortodoxa, especialmente para que la Europa occidental deje de tener influencia en su perímetro fronterizo. La otra es un islam, más o menos generalista, que rodea todo su flanco oriental y sur.
De manera especial, y hablando del flanco sur, Ceuta y Melilla se encuentran por su posición geoestratégica bajo la influencia directa del islam malikí (sunní), predominante en países como Marruecos, y al que se unen otros asentados en Oriente medio.
En estos momentos vemos que las campañas electorales en España están abiertas a todo tipo de participación que se ajuste a nuestro sistema constitucional, lo que no quiere decir que haya que olvidar lo que dicen Kant y Toffler.
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