Se acercan días de feria después de la votación. No importa el resultado, porque nuestro futuro ya está señalado por los que deciden y por eso prefiero dedicarme a las fiestas patronales, que es lo que me interesa y de lo que todo el mundo va a hablar durante los próximos días. Para Ceuta y su feria:

Ceuta, perla abrazada por el mar,
donde el estío y la bruma danzan sin rubor,
al son de vendavales que cantan leyendas de esplendor.
Ceuta, crisol de culturas, fascina sin par.

Verano y niebla de levante son testigo,
de aires Festivos que se funden en un caserío
en el puerto, encuentro de legado,
y en su bullicioso mercado,
perfumes del gentío,
pescadito frito y sabor salado.

Los aires de fiesta se entrelazan en la urbe,
en un encuentro de tradiciones,
donde la diversidad se encubre,
con ricos sabores y emociones.

Pinchos morunos, pulpo en suave emulsión,
olor a especias calientes,
risas y memorias se esparcen en el ambiente,
¡Qué bullicio y qué emoción!

En un encanto que fascina por cada rincón,
las luces y faroles iluminan el malecón
y huele una mezcla de chocolate y turrón,
¡Qué dulce tentación!

Subiendo al Sarchal despliega su majestuosidad,
el Monte Hacho y su ermita, mística elevación,
una tarde de mirador para serena contemplación,
de Abyla, la mujer muerta, y su quieta serenidad.

Pero abajo hay luces y bullicio,
mientras anochece y el alma se embelesa,
son testigo mudo la muralla portuguesa
y el manto de la virgen que le da su auspicio.

En Ceuta la pluma se inspira y canta,
unión de almas, sueños, caminos danzantes.
Historia arraigada, herencia encantada,
ciudad de encuentros, paz y amistad vibrantes.

Entre siete montes, la felicidad se halla,
horizonte eterno, en cada rincón brillante.
Oda a ti, Ceuta, sin igual encanto,
conquistas corazones con don fascinante.