Lunes, 08 de Septiembre de 2025

Actualizada Lunes, 08 de Septiembre de 2025 a las 03:36:18 horas

Paula M. García
Domingo, 23 de Julio de 2023

Reflexión en el 23-J

Llegó por fin la jornada electoral. Esa en la que estamos llamados a acudir a las urnas. Esta vez con toalla, chanclas de playa, sombrilla y tumbona. Nos han obligado "por imperativo legal" -como dicen esos que ni creen en la democracia ni en las instituciones-, que hoy 23 de julio, en plena canícula, estemos obligados -por sentido democrático-, a depositar el voto en colegios electorales plagados de ventiladores para no asfixiarnos de calor o morir en el intento de ir a votar. Ha sido una decisión caprichosa de alguien, bien es verdad, pero una muestra más de sometimiento "democrático". Es como romperte las piernas a alguien y luego que le regalen las muletas.

 

No importa que un 76% de las alegaciones para evitar estar en una mesa electoral hayan sido atendidas; hay otros casos con familiares a cargo o dependientes que, por mucho que la ley de atención reconozca los derechos de asistencia, han sido denegadas en algunos casos. Y es que estas elecciones tumban tantas cosas, que el voto por correo, con ampliación incluida, se ha convertido en una heroicidad de los empleados del servicio postal por su abnegada muestra de profesionalidad. Nos han llevado al límite intencionadamente a todos los niveles.

 

Se ha forzado la situación al máximo: las elecciones más costosas de la historia democrática. Un capricho bien caro en período vacacional y en uno de los meses más calurosos del año con temperaturas tórridas. Otra heroicidad: ir a votar con el termómetro marcando más de 35 grados que, en algunos casos, casi superan también los 40º. Poco importa, porque España es un país de aguerridos compatriotas, de valientes, de gentes acostumbradas al sufrimiento y a la lucha. De sufridores, que dirían en algún "reality".

 

La campaña electoral con su ruido mediático y los mensajes contradictorios, en algunos casos con mentiras gruesas, nos han dejado realmente noqueados el cerebro y los oídos porque, quienes somos gentes de principios, poco nos van a hacer variar nuestra intención de voto, pese al machaque constante de mensajes.

 

Se ha hablado mucho del porcentaje de indecisos, que también puede ser ese voto oculto que no quiere hacer pública su tendencia electoral, porque aquí en España, está todo el pescado vendido con lo que hemos sufrido, con lo que hemos visto, con lo que se nos ha dicho y luego no era cierto. No caben milagros de última hora como aquellos estudiantes que no han sido capaces de aprovechar el curso y quiere aprobar con el esfuerzo de última hora. Aquí no caben engaños, por aquello de "a buenas horas mangas verdes".

 

Se ha recurrido al cálculo matemático para echar cuentas electorales y demoscópicas: sumar sin restar, política de pactos cómo y con quién, en una dinámica psicopática desarrollada. En este ámbito político ha sobrado arrogancia de alguno, soberbia, prepotencia y mentiras. Mucha mentira de quienes se creen intocables y que nos han hecho conocer el significado de una definición que jamás había oído: Síndrome de Procusto. Una patología que hace referencia a la tendencia que poseen algunas personas a rechazar a aquellos con características diferentes a las propias por miedo a ser superados o cuestionados por ellos.

 

Se establecen actitudes de discriminación e incluso, cierto nivel de acoso hacia la persona que sobresale y que se considera puede amenazar la propia posición o estima.

 

Los hay que utilizan nuestra patria, nuestra bandera, nuestros principios y nuestro sufrimiento como sociedad para conseguir sus espurios objetivos. Estos traidores merecen pagar su factura.

 

En esta jornada, unas 60.000 mesas electorales y unos 22.000 colegios, nos esperan con los brazos abiertos. Las papeletas al Congreso y al Senado con nuestra decisión, decidirán qué futuro queremos para nosotros y nuestras familias. Después de tener la libertad de depositar lo que en conciencia consideremos, no caben excusas para lamentarse si no hemos ejercido nuestro derecho al voto, como tampoco si nos hemos dejado influir con indicaciones interesadas; que nadie nos confunda y valoremos qué queremos para los próximos cuatro años.

 

Para quienes piensan que no les gusta la política, han de saber y tomar conciencia que es la política, precisamente, quien marcará el rumbo de sus vidas. Seamos conscientes de lo que queremos para nuestro futuro inmediato. Ha llegado nuestro momento para decidir qué hacer, cómo y con quién. Tengamos la mente limpia, clara y votemos convencidos de lo que entendemos qué es lo mejor.

 

En esta decisión influye el pasado, el presente y el futuro. En mi caso, con los chorreones de sudor jamás me podré olvidar de quién es el culpable de que tenga que ir en bikini y con pareo a votar. Y me acordaré del causante/culpable de que me encuentre deshidratada a la hora de depositar las dos papeletas en la urna. Vaya que sí. Esta vez, me las pagas, ahora que puedo hacerlo con libertad y cabreo incluidos. Como dice Manuel Carrasco: hay que vivir el momento y, les aseguro, que yo lo voy a aprovechar y muy bien.

 

La opinión de Ceuta Ahora se refleja únicamente en sus editoriales. La libertad de expresión, la libertad en general, es una máxima de filosofía de este medio que puede compartir o no las opiniones de sus articulistas

Comentarios
Comentar esta noticia

Normas de participación

Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.

Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.

La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad

Normas de Participación

Política de privacidad

Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.190

Todavía no hay comentarios

Más contenidos

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.