Las huestes de Núñez Feijóo se encuentran enzarzadas en la anécdota y alejadas de lo que realmente importa: echar a Pedro Sánchez y sus políticas sectarias, cargadas de ideología, así como contrarias a los intereses generales de los españoles.

Lo importante ahora, mal que le pese al PP de Feijóo no es la política de pactos con Vox y sus diferentes niveles de acuerdos en virtud del sistema "pepero" de los escaños obtenidos, porque en política seria, ese recurso que repite la validación de "méritos" electorales conseguidos es la suma aritmética, si da o no da para alcanzar la mayoría absoluta de la estabilidad de gobierno. Tampoco el artilugio de Feijóo (incumplido por otra parte, en los territorios donde le ha convenido como Extremadura) de gobernar la lista más votada, es elemento condicionante más allá del interés por acaparar posiciones con una fórmula interesada y a medida.

El PSOE a través de Pedro Sánchez, en su periplo mediático, continúa con sus mentiras al repetir como "cambios de opinión" sus reiterados incumplimientos electorales y la destrucción de su programa, acomodado en este caso, a los intereses de mantener la poltrona a cualquier precio, incluyendo cambios normativos para que los delincuentes del "Procés", quedaran impunes; una conducta de pactos PP-Vox que ahora alarma a quien ejecutó sus infames acuerdos sin pudor ni sensibilidad social (recuérdense los altercados de Cataluña) y ahora, se sorprende que el PP pacte con Vox en algunos territorios, como si su falta de escrúpulos al pactar con Bildu (donde hay individuos con las manos manchadas de sangre) o con Podemos y los independentistas, fueran un ejemplo laudatorio a seguir. Convertir en manipulación la política es la perversión llevada al sistema.

Para impartir lecciones de ética o comportamiento, primero hay que demostrar que se es una autoridad moral para ejercer tal dictamen y Pedro Sánchez muestra carencias en este ámbito verdaderamente escandalosas, además de falta de escrúpulos.

Su propia definición de lo que es el Sanchismo, es el mejor exponente de lo estrafalario de su política sectaria. Una política que ahora Yolanda Díaz, vicepresidenta con este embustero patológico, trata de "blanquear" con sus "besiños" y fórmulas sin programa electoral, marcadas por la improvisación de un partido, Sumar, que es el mayor "soufflé" político que se ha conocido en los últimos tiempos.

En la actualidad lo que interesa a los españoles más que las encuestas, los pactos con Vox, la ocultación de las mentiras (ya demostradas de Sánchez), es qué nos proponen los partidos para la próxima legislatura. Y desde luego, los cumplimientos de las promesas electorales que se hagan efectivas llegado el momento de aplicarlas.

En Ceuta PP y PSOE guardan un perfil bajo, de momento, en cuanto a intervenciones en precampaña: Juan Vivas presume, sin necesidad y sin reconocimiento, de músculo político por sus candidatos al Congreso y Senado, un trío tan débil como el del PSOE con dos de sus integrantes ex del PP, como son los casos de Adil y Blanca, ésta, familia de Isidro Hurtado de Mendoza. Ahora ambos se encuentran en el polo opuesto, en el PSOE, en un tránsito en el que como se dice vulgarmente, "lo mismo valen para un cosido que para un descosido", demostración obvia que lo menos válido es la cuestión ideológica, porque está muy mal valorada.

De una vez por todas, PP y PSOE deberían decir la verdad y quitarse las máscaras porque esto no es "Mask Singer". Y en tal caso, habría que pedirles a ambas formaciones "¡Quítatela!" Para conocer qué esconden con tanta verborrea política cargada de anécdotas. Hay mucho de artificio en los mensajes, donde se van por las ramas, enredándose en las formas y no en el fondo.