Panorama Político
Discurso "pepero-podemita" de Juan Vivas
La toma de posesión como presidente de Juan Vivas, nos ha dejado varias perlas a las que aferrarnos: su apuesta por el diálogo con todos los partidos políticos (incluyendo una llamada a la unidad) y, a lo que parece, sin líneas rojas excluyentes para Vox, junto a una propuesta del programa electoral de Podemos en Ceuta, como es la economía circular. En este último caso, allá por el 21 de abril en plena precampaña para las elecciones locales, el partido que lidera (de momento), Ramón Rodríguez hizo públicas dos cuestiones que anticipaba de su programa electoral: una auditoría para los centros de menores de Ceuta y un proyecto de economía circular que ahora se apropia Juan Vivas, a tenor de su último discurso, cuando alude a esta cuestión en el apartado sobre el nuevo modelo económico.
Las "baronías "del Partido Popular son un verdadero dislate porque se ha llegado a decir que hay tantos Partidos Populares como territorios, carentes de un mando único, dado que son capaces de hacer en un lugar una cosa y en otro la opuesta, sin solución de continuidad. De hecho, el espectáculo de la llamada "baronesa roja", María Guardiola en Extremadura es el despropósito más disparatado que cabe en un ámbito negociador: una mujer que habla con un sentido patrimonialista plagado de soberbia, no ya de los votos e intenciones de cambio de sus electores, sino que piensa, se mueve, discute, se planta y decide como si Extremadura fuera su cortijo particular, al igual que ha venido haciendo Juan Vivas de Ceuta, hablando con un descarado desahogo como si él fuera el depositario de la voluntad de sus votantes para desplegar vetos y líneas rojas a su antojo en función de sus fobias personales. Un postureo propio de Yolanda Díaz e Irene Montero con un aberrante y equivocado sentido de la propiedad llevada a la esfera política.
Cuando los votantes depositan sus votos al PP para librarse del PSOE y por extensión del "Sanchismo", ni María Guardiola en Extremadura ni Juan Vivas en Ceuta, pueden erigirse en supremacistas del respaldo en las urnas y estar flirteando con la posibilidad de favorecer, directa o indirectamente al PSOE, porque sus electores no es lo que quieren ni le otorgaron un cheque en blanco para hacer lo que les plazca, a la extremeña y al ceutí. Quiere decirse que no entendieron el mensaje.
Las monsergas de estos "peperos podemitas" inoculados en el PP, son realmente un desvarío político inasumible, máxime cuando se tremolan banderas que no corresponden ideológicamente al partido de Núñez Feijóo, que se pone muy fino para trazar líneas rojas en la Comunidad Valencia sobre un candidato de Vox condenado hace 20 años por maltrato psicológico, cuando él hace también muchos años, fue fotografiado en el yate del narcotraficante Marcial Dorado, paisano-amigo suyo y cuya imagen le perseguirá durante su existencia, como ya se lo hizo ver Pedro Sánchez que, por una vez dijo la verdad y, sin que sirva de precedente, le indicó que debería conocer quién es el patrón de un barco antes de subirse a él. De manera que, aquí lecciones nadie puede dar porque cada uno tiene su pasado en unas mochilas políticas de peso.
Los ególatras, quienes se erigen en acaparadores de votos como si fueran de su propiedad, caen en craso error porque la voluntad ciudadana en las urnas no pasa por el Registro de la Propiedad ni por Notaría como si fuera una herencia o un premio de la Bonoloto. El cainismo desaforado contra Vox es la fórmula maniquea, una mentira repetida (que no conlleva que sea una verdad indiscutible), propagada por el comunismo, el independentismo y el terrorismo con quien pacta Pedro Sánchez, el mismo que da lecciones inadecuadas que no corresponden a su ética, moral y principios.
El sector más acomplejado del PP, a veces no calibra el daño que pueden originar a la ciudadanía con postulados personalistas, chulescos, plenos de soberbia y grandilocuencia, carentes de sensatez y, sobre todo de coherencia. No se puede ser "peperos-podemitas", como tampoco dinamitar el mensaje electoral de unos votantes que invitan a un acuerdo razonable donde se antepongan los intereses generales a las cuitas menores y, desde luego, sin el PSOE en la ecuación porque, precisamente Núñez Feijóo basa su dinámica política actual en echar al "Sanchismo". Y hay que entenderlo de todos sitios, incluyendo Extremadura y Ceuta.
Dicen que en la guerra la primera víctima es la verdad, mientras que la coherencia lo es en elecciones y campañas políticas. Acumular contradicciones no conduce a "derogar el sanchismo", expresión acuñada por Alberto Núñez Feijóo, quien ha de aclararse en unificar los criterios de su línea de actuación política en todos los territorios, sin esconderse en los guarismos como coartada justificativa para determinar el nivel de los acuerdos, como si la dinámica aritmética cuando no se alcanza la mayoría absoluta, tuviera diferentes fórmulas de interpretación, en vez de apostar por sumar las mayorías estables de gobierno como fin último. PP y Vox han de salirse del marco diseñado por la extrema izquierda, sus adversarios directos y manipuladores, para dinamitar el urgente cambio que demanda la mayoría de españoles.
El invento "cainista" de la extrema izquierda hacia Vox, ya ha tenido respuesta en las urnas. No cabe ningún margen de confianza más a quienes quieren destruir España y buscan alianzas o resquicios por donde introducirse en las negociaciones PP-Vox para sacar tajada a cualquier precio. No cabe ser "pepero-podemita", como tampoco es igual (en palabras del Premio Nobel Camilo José Cela), estar dormido que estar durmiendo. Y aquí no nos jugamos el sueño de una noche de verano sino el futuro de España a corto plazo.
La toma de posesión como presidente de Juan Vivas, nos ha dejado varias perlas a las que aferrarnos: su apuesta por el diálogo con todos los partidos políticos (incluyendo una llamada a la unidad) y, a lo que parece, sin líneas rojas excluyentes para Vox, junto a una propuesta del programa electoral de Podemos en Ceuta, como es la economía circular. En este último caso, allá por el 21 de abril en plena precampaña para las elecciones locales, el partido que lidera (de momento), Ramón Rodríguez hizo públicas dos cuestiones que anticipaba de su programa electoral: una auditoría para los centros de menores de Ceuta y un proyecto de economía circular que ahora se apropia Juan Vivas, a tenor de su último discurso, cuando alude a esta cuestión en el apartado sobre el nuevo modelo económico.
Las "baronías "del Partido Popular son un verdadero dislate porque se ha llegado a decir que hay tantos Partidos Populares como territorios, carentes de un mando único, dado que son capaces de hacer en un lugar una cosa y en otro la opuesta, sin solución de continuidad. De hecho, el espectáculo de la llamada "baronesa roja", María Guardiola en Extremadura es el despropósito más disparatado que cabe en un ámbito negociador: una mujer que habla con un sentido patrimonialista plagado de soberbia, no ya de los votos e intenciones de cambio de sus electores, sino que piensa, se mueve, discute, se planta y decide como si Extremadura fuera su cortijo particular, al igual que ha venido haciendo Juan Vivas de Ceuta, hablando con un descarado desahogo como si él fuera el depositario de la voluntad de sus votantes para desplegar vetos y líneas rojas a su antojo en función de sus fobias personales. Un postureo propio de Yolanda Díaz e Irene Montero con un aberrante y equivocado sentido de la propiedad llevada a la esfera política.
Cuando los votantes depositan sus votos al PP para librarse del PSOE y por extensión del "Sanchismo", ni María Guardiola en Extremadura ni Juan Vivas en Ceuta, pueden erigirse en supremacistas del respaldo en las urnas y estar flirteando con la posibilidad de favorecer, directa o indirectamente al PSOE, porque sus electores no es lo que quieren ni le otorgaron un cheque en blanco para hacer lo que les plazca, a la extremeña y al ceutí. Quiere decirse que no entendieron el mensaje.
Las monsergas de estos "peperos podemitas" inoculados en el PP, son realmente un desvarío político inasumible, máxime cuando se tremolan banderas que no corresponden ideológicamente al partido de Núñez Feijóo, que se pone muy fino para trazar líneas rojas en la Comunidad Valencia sobre un candidato de Vox condenado hace 20 años por maltrato psicológico, cuando él hace también muchos años, fue fotografiado en el yate del narcotraficante Marcial Dorado, paisano-amigo suyo y cuya imagen le perseguirá durante su existencia, como ya se lo hizo ver Pedro Sánchez que, por una vez dijo la verdad y, sin que sirva de precedente, le indicó que debería conocer quién es el patrón de un barco antes de subirse a él. De manera que, aquí lecciones nadie puede dar porque cada uno tiene su pasado en unas mochilas políticas de peso.
Los ególatras, quienes se erigen en acaparadores de votos como si fueran de su propiedad, caen en craso error porque la voluntad ciudadana en las urnas no pasa por el Registro de la Propiedad ni por Notaría como si fuera una herencia o un premio de la Bonoloto. El cainismo desaforado contra Vox es la fórmula maniquea, una mentira repetida (que no conlleva que sea una verdad indiscutible), propagada por el comunismo, el independentismo y el terrorismo con quien pacta Pedro Sánchez, el mismo que da lecciones inadecuadas que no corresponden a su ética, moral y principios.
El sector más acomplejado del PP, a veces no calibra el daño que pueden originar a la ciudadanía con postulados personalistas, chulescos, plenos de soberbia y grandilocuencia, carentes de sensatez y, sobre todo de coherencia. No se puede ser "peperos-podemitas", como tampoco dinamitar el mensaje electoral de unos votantes que invitan a un acuerdo razonable donde se antepongan los intereses generales a las cuitas menores y, desde luego, sin el PSOE en la ecuación porque, precisamente Núñez Feijóo basa su dinámica política actual en echar al "Sanchismo". Y hay que entenderlo de todos sitios, incluyendo Extremadura y Ceuta.
Dicen que en la guerra la primera víctima es la verdad, mientras que la coherencia lo es en elecciones y campañas políticas. Acumular contradicciones no conduce a "derogar el sanchismo", expresión acuñada por Alberto Núñez Feijóo, quien ha de aclararse en unificar los criterios de su línea de actuación política en todos los territorios, sin esconderse en los guarismos como coartada justificativa para determinar el nivel de los acuerdos, como si la dinámica aritmética cuando no se alcanza la mayoría absoluta, tuviera diferentes fórmulas de interpretación, en vez de apostar por sumar las mayorías estables de gobierno como fin último. PP y Vox han de salirse del marco diseñado por la extrema izquierda, sus adversarios directos y manipuladores, para dinamitar el urgente cambio que demanda la mayoría de españoles.
El invento "cainista" de la extrema izquierda hacia Vox, ya ha tenido respuesta en las urnas. No cabe ningún margen de confianza más a quienes quieren destruir España y buscan alianzas o resquicios por donde introducirse en las negociaciones PP-Vox para sacar tajada a cualquier precio. No cabe ser "pepero-podemita", como tampoco es igual (en palabras del Premio Nobel Camilo José Cela), estar dormido que estar durmiendo. Y aquí no nos jugamos el sueño de una noche de verano sino el futuro de España a corto plazo.






















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