Panorama Político
El acuerdo imposible de Vivas
Es obvio que gobernar en minoría es una labor imposible, donde los intereses de otras formaciones condicionan todas las propuestas y alteran terriblemente el desarrollo de la gestión. Un rompecabezas que hace de la asamblea un despropósito colmado de intereses varios.
Nuestra prosperidad no puede verse en manos de un gobierno obligado a alcanzar acuerdos puntuales (todos), que necesita del apoyo de siglas contrapuestas a sus ideales y que para tomar decisiones debe vender el alma al diablo. Una repetición de legislatura que nos vuelve a dejar en tierra de nadie y que vuelve a dormir a la ciudad en un letargo eterno.
Verán, la actitud para llegar a pactos debe ser abierta, con voluntad -y sobre todo con un decálogo que proteja ideales-. Es indispensable buscar estrategias, ir a Madrid sin quererse atar al puesto y exigiendo cambios fuertes en aquellos que quieran sumarse.
En definitiva, para que se produjera un pacto (en la derecha), deberían cambiar fichas y mover sillones. Algo que sólo se consigue yendo a Madrid y contando el despropósito de cada pleno, sus culpables y la falta de concordia. Para negociar deberían caerse del cartel aquellos que han llevado al disparate cada sesión plenaria de la asamblea: insultos, desaires, desplantes y un sinfín de muestras de falta de modales. En ese escenario es imposible llegar a reconciliarse, porque se han traspasado los límites en público y privado. Por eso, Vivas debería desprenderse de sus complejos provincianos e ir a Madrid sin miedo, exigiendo que se cortaran cabezas en VOX como fórmula para pactar un gobierno fuerte para la Ciudad Autónoma (extensos deben ser los archivos de RTVCE con disputas y trifulcas en los últimos cuatro años).
La valentía para coger el timón tiene que estar avalada desde fuera. Desde Madrid, donde no conocen los pactos en silencio con los habituales, ni los acuerdos con empresarios de cabecera, ni los intereses ocultos para ser una ciudad dependiente del Estado. Porque un gobierno liberal -de centro derecha fuerte- jamás llegaría a municipalizar nada (el colmo del disparate), ni se pondría en manos de mediocres para relanzar el tejido productivo, ni callaría ante la decadencia social de la ciudad. Pero para llegar a ese punto debe haber interlocutores aptos, que no armen un espectáculo -como si discutieran en una cantina- y que tenga potencial para liderar un cambio en Ceuta.
La decencia y la dignidad de Ceuta deben estar muy por encima del protagonismo de necios, individuos que se han creado un personaje y que jamás se vieron en otra igual. Con la falta de argumentos, las nulas propuestas y el odio es imposible construir alianzas. Y ni VOX Ceuta está preparado para lanzarse a desafíos, ni el PP de Ceuta quiere abrir la caja de Pandora de su longevo mandato rodeado de amigos interesados. Porque el temor a perder posición deja a la ciudad huérfana de un poder con credibilidad, abandonados, sin un liderazgo sólido que despierte la economía, olvidados, sin nadie que desenmascare a un puerto improductivo y sin líderes locales que hablen a los medios nacionales de la verdad sobre la aduana comercial (verdadero motor económico y fuente de ingresos indispensable en una ciudad fronteriza).
La apuesta fuerte necesita de nuevos individuos: válidos, hábiles en la gestión, aptos para expresarse de una forma correcta/equilibrada, con criterio -y decididos para dar crecimiento a nuestro potencial-. Seguir jugando a ser un pueblo mantenido nos convierte en títeres y a no ser dueños de nuestro propio destino. Nuestra posición de debilidad política nos condena y nos hace invisibles. Pero descuiden, nadie tomará las riendas y seguiremos a expensas de los aprovechados del sistema. Nuestro futuro no puede estar en manos de la indolencia, ni del pesimismo, sino en aquellos que creen en otro modelo para Ceuta: productiva, capaz, dinámica y con proyección.

Es obvio que gobernar en minoría es una labor imposible, donde los intereses de otras formaciones condicionan todas las propuestas y alteran terriblemente el desarrollo de la gestión. Un rompecabezas que hace de la asamblea un despropósito colmado de intereses varios.
Nuestra prosperidad no puede verse en manos de un gobierno obligado a alcanzar acuerdos puntuales (todos), que necesita del apoyo de siglas contrapuestas a sus ideales y que para tomar decisiones debe vender el alma al diablo. Una repetición de legislatura que nos vuelve a dejar en tierra de nadie y que vuelve a dormir a la ciudad en un letargo eterno.
Verán, la actitud para llegar a pactos debe ser abierta, con voluntad -y sobre todo con un decálogo que proteja ideales-. Es indispensable buscar estrategias, ir a Madrid sin quererse atar al puesto y exigiendo cambios fuertes en aquellos que quieran sumarse.
En definitiva, para que se produjera un pacto (en la derecha), deberían cambiar fichas y mover sillones. Algo que sólo se consigue yendo a Madrid y contando el despropósito de cada pleno, sus culpables y la falta de concordia. Para negociar deberían caerse del cartel aquellos que han llevado al disparate cada sesión plenaria de la asamblea: insultos, desaires, desplantes y un sinfín de muestras de falta de modales. En ese escenario es imposible llegar a reconciliarse, porque se han traspasado los límites en público y privado. Por eso, Vivas debería desprenderse de sus complejos provincianos e ir a Madrid sin miedo, exigiendo que se cortaran cabezas en VOX como fórmula para pactar un gobierno fuerte para la Ciudad Autónoma (extensos deben ser los archivos de RTVCE con disputas y trifulcas en los últimos cuatro años).
La valentía para coger el timón tiene que estar avalada desde fuera. Desde Madrid, donde no conocen los pactos en silencio con los habituales, ni los acuerdos con empresarios de cabecera, ni los intereses ocultos para ser una ciudad dependiente del Estado. Porque un gobierno liberal -de centro derecha fuerte- jamás llegaría a municipalizar nada (el colmo del disparate), ni se pondría en manos de mediocres para relanzar el tejido productivo, ni callaría ante la decadencia social de la ciudad. Pero para llegar a ese punto debe haber interlocutores aptos, que no armen un espectáculo -como si discutieran en una cantina- y que tenga potencial para liderar un cambio en Ceuta.
La decencia y la dignidad de Ceuta deben estar muy por encima del protagonismo de necios, individuos que se han creado un personaje y que jamás se vieron en otra igual. Con la falta de argumentos, las nulas propuestas y el odio es imposible construir alianzas. Y ni VOX Ceuta está preparado para lanzarse a desafíos, ni el PP de Ceuta quiere abrir la caja de Pandora de su longevo mandato rodeado de amigos interesados. Porque el temor a perder posición deja a la ciudad huérfana de un poder con credibilidad, abandonados, sin un liderazgo sólido que despierte la economía, olvidados, sin nadie que desenmascare a un puerto improductivo y sin líderes locales que hablen a los medios nacionales de la verdad sobre la aduana comercial (verdadero motor económico y fuente de ingresos indispensable en una ciudad fronteriza).
La apuesta fuerte necesita de nuevos individuos: válidos, hábiles en la gestión, aptos para expresarse de una forma correcta/equilibrada, con criterio -y decididos para dar crecimiento a nuestro potencial-. Seguir jugando a ser un pueblo mantenido nos convierte en títeres y a no ser dueños de nuestro propio destino. Nuestra posición de debilidad política nos condena y nos hace invisibles. Pero descuiden, nadie tomará las riendas y seguiremos a expensas de los aprovechados del sistema. Nuestro futuro no puede estar en manos de la indolencia, ni del pesimismo, sino en aquellos que creen en otro modelo para Ceuta: productiva, capaz, dinámica y con proyección.






















Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.33