
Ceuta, la ciudad de película, votó corrupción
Los resultados electorales del pasado 28 de mayo descubrieron unos guarismos muy claros para que se mantenga el "más de lo mismo" con la que está cayendo, como síntoma inequívoco que el clientelismo político tiene mucho peso (es obvio que da de comer a mucha gente enchufada) y los poderes fácticos que saquean a base de recibir adjudicaciones el dinero público, deciden en la sombra las coordenadas de una ciudad decrépita, en clara decadencia, dominada por la delincuencia (varios incendios de vehículos tras la cita electoral, algunos de policías locales y nacionales), como signo inequívoco de la falta de convivencia que los dirigentes políticos no son capaces de atajar. Estos componentes, junto a la ausencia de crítica a la corrupción de un Gobierno de Juan Vivas que tiene los juzgados como segunda residencia y visita habitual en un desfile impúdico de cargos públicos, denota una carencia de sentido práctico para sacar a flote la realidad de Ceuta.
Vivas sigue en su confortable inestabilidad, porque para ello tiene el recurso del dinero público con el que regar conciencias y haciendas, para blindarse ante la libertad de expresión, acorazado en su urna de cristal de irrealidad e "invitando" a diversas asociaciones (aunque no den cuentas de su fiscalidad como ha denunciado varias veces ACOHACE) con el dinero de todos nosotros en un reparto generoso e indolente en cuanto a explicaciones.
Las monsergas de los pactos, donde Juan Vivas al estilo Revilla dando lecciones de comportamiento (a ver si acaba como él), se muestra firme en no pactar con Vox, pero sí con la ultraizquierda local y el "Sanchismo" que tanto denigra su jefe de filas, Alberto Núñez Feijóo, (¿cabe mayor ejercicio de incoherencia?) tuvo esta pasada semana un parón ordenado por Génova 13: Con los ultraizquierdistas NO. Y menos, con la "antisemita" Fátima Hamed (textual), después de lo que ha sucedido con Amparo Rubiales, una histórica socialista a la que se le fue la lengua como también le viene sucediendo a ese remedo de política que es la actual Macarena Olona, desbocada con imagen y comportamiento irreconocibles.
Juan Vivas se ha metido en un callejón sin salida: su fobia a Vox le lleva a colisionar con la cúpula de su partido y a dejar a su jefe de filas sumido en la incoherencia más patética. "Hay que echar al Sanchismo", dice Feijóo y Vivas, deseoso de acoplarse a él para que Juan Gutiérrez le sirva de muleta (quien le insultó en campaña electoral) mantenga sus chiringuitos de Trace, colocaciones de su gente a dedo y a cambio de manejar barriadas y medio ambiente, además de la televisión pública que sería su altavoz para que las entrevistas a medida no pongan en riesgo sus carencias de formación y comunicación.
Ningún partido ha puesto en evidencia las candidaturas de PP= PSOE con la identidad de sus integrantes, soslayando lo que ha sido un secreto a voces sobre la individualidad y reputación de quienes las integraban. Ha sido una verdadera vergüenza que en voz baja se prodigaran comentarios que nunca salieron a la luz pública. Los mismos que se han rasgado las vestiduras impúdicamente por el "caso Guerrero", han guardado un silencio sepulcral y cómplice con el "currículo" de los integrantes de la lista del PSOE de Juan Gutiérrez. "Esta candidatura socialista no se puede votar con la gente que lleva", se escuchó en colegios electorales de Hadú y alrededores.
El "boca a boca" ha sido lo que ha derrotado a Juan Gutiérrez, quien en campaña electoral se parecía a Ginés "el rey de los bocadillos", a la vista de la comida con la que se presentaba en barriadas rodeado de "gañoteros" con cara de felicidad gastronómica. Los mismos que, en su gran mayoría, no le votaron.
Ni me valen quienes votaron al PSOE de Gutiérrez con la nariz tapada, ni los cobardes que no hablaron alto, fuerte y claro del tipo de componentes de su candidatura (invotable, según algunos). En el PP, otro fraude electoral: Faisal Hamed, renuncia a ser diputado, pocos días después de aceptar ir en lista y a causa de la espera para un cargo importante en el Hospital Universitario que le ha sido prometido si gana Feijóo a nivel nacional. ¿Cómo se puede jugar así con la gente, con el electorado, con los votos, señor Vivas, ese gran farsante de este pueblo? Aprovechó al pediatra en la candidatura como número 4 para engañar y atraerse votos con el objetivo predestinado de que nunca iba a ejercer de consejero ni siquiera de diputado. Así engaña Juan Vivas, el ganador de las elecciones a este pueblo. Quienes no le conozcan que lo compren, y deben ser muchos o demasiados los estómagos agradecidos a este farsante porque han de comer a través de él de nuestro dinero público en muchos frentes. Apenas ha salido triunfante y ya está engañando, "deprisa, deprisa", como el título de la película de Carlos Saura.
Del narcotráfico imperante en la ciudad "chiquitita y marinera", nada de nada en campaña electoral. Mejor no molestar por si se altera la convivencia aún más. Esto se convirtió en Jauja o la Ciudad de las Maravillas. Lo dicho: se votó corrupción política, social y moral. ¿Hay quien dé más? Esto sí que es romper la banca. Ni ética, ni principios, ni escrúpulos al silenciar problemas sociales de gran calado, como si no existieran. La gran confabulación reinante.
A la espera de las Elecciones Generales, hay que confiar que no se incurra en los mismos errores. Las mentiras del PP y los fraudes electorales a nivel moral, descubren un partido en Ceuta absolutamente irreconocible e invotable. Ni ultraizquierda ni "sanchismo" ni Vox (para Juan Vivas). Un longevo político tipo Joe Biden sólo ante el peligro; el Gary Cooper local tiene nombre y apellidos porque las mentiras de Vivas son de Oscar. Ceuta se ha convertido en una ciudad de película y no sólo por la serie "El Príncipe" de Tele-5. Tenemos hasta pistoleros por las calles y delincuencia de todos los colores. Y un poder oculto que ha demostrado lo difícil de un cambio de rumbo. Corresponde a la ciudadanía desatarse de estas ligaduras de intereses espurios.
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