España tiene un problema, y creo que son los españoles. Porque todos sabemos que la clase política sale de los españoles, ¿o no? Seguro que de Marte no viene, aunque algunos lo parezcan.

España tiene 50 provincias y dos ciudades autónomas con poco más de medio millón de kilómetros cuadrados. Por poner sólo un ejemplo, digamos que Argentina tiene la mitad de provincias para cinco veces más superficie que nosotros. Solo como un dato interesante.

Francamente, el debatín rápido de estos días en la televisión no me interesa. Perdón, digo no me interesa respetuosamente, porque se debe valorar la exposición pública de ideas diferentes. Pero hago una sugerencia, pidamos, por favor, que se coloque como en el fútbol un VAR. Será más divertido.

Quizás porque ya produce mucho cansancio y poco es el resultado. El primer mitin político lo vi en el interior de un cine hace ya…  veamos…, 42 años. Sí. Y España sigue gastando un dineral para que funcione la maquinaria del Estado. La buena, esa que nos pondría en el mundo mundial y no lo consigue, por culpa de algunos trincones, ineptos, caraduras, apoltronados, acogidos al partido de turno para decir que son algo y tal y tal… Los chungos siempre vencen a los buenos.

El problema esencial de nuestra vida política no es institucional sino “el carácter inútilmente dramático del debate político”, como dijo en cierta ocasión Valéry Giscard  d’Estaing,  estadista liberal francés que llegó a ser presidente de su país.