EUNAVFOR MED SOPHIA es el nombre de la Operación Militar de la Unión Europea que se está desarrollando en aguas de Libia y cuyo mandato es precisamente contribuir a la desarticulación del modelo de negocio de los traficantes de migrantes y los tratantes de personas.

En ocasiones anteriores hemos hablado de la situación de los migrantes en territorio libio, y en clara aplicación de la Ley de Murphy, la cosa se podía complicar aún más.

Por un lado está la “suspensión temporal” del despliegue de medios navales, cuya misión era el refuerzo de la Guardia Costera libia y el rescate de las embarcaciones de inmigrantes en riesgo de perder la vida. Esta suspensión temporal se acordó el pasado día 29 de marzo. Y según la web del Ministerio de Defensa español, el motivo de la suspensión temporal es la falta de acuerdo entre los países miembro de la UE sobre el desembarco de los inmigrantes rescatados por los medios navales implicados. A nadie se le escapa que es Italia quién ha hecho fracasar -al menos temporalmente- la misión. En un claro intento de salvar la imagen de la Unión, se acordó mantener ésta con medios aéreos y cooperando en la formación de la Guardia Costera.

Pero la situación aún podía complicarse más y a partir del 3 de Abril, la facción del Mariscal Khalifa Haftar, que controla el este de Libia, ha lanzado una ofensiva para hacerse con el control de la capital, donde reside el Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA) del también militar Fayez el-Serraj. Aunque la ofensiva parece haberse detenido a escasos 40 km de Trípoli “para evitar daños innecesarios a la población”, la realidad es que parece haber provocado ya 32000 desplazados, además de los muertos y heridos.

Algunas de las personas directamente amenazadas por las actividades bélicas son los migrantes concentrados en los “Campos de detención” del sur de Trípoli, más concretamente -según ACNUR- los de Ain Zara, Qasr Bin Ghasheer y Abu Selim. La Agencia de Naciones Unidas ha conseguido desplazar a Níger menos de doscientas personas.

Libia es un estado fallido desde la caída del Coronel Gadafi. El GNA a penas consigue controlar una parte de la zona circundante a la capital, mientras que el Mariscal Haftar controla los recursos petrolíferos orientales. Se me escapan las razones por las cuales occidente -El-Serraj acusa directamente a Francia- está haciendo fracasar cualquier intento de estabilizar el país.

Y puestos a hacer conjeturas, podríamos pensar que hay una relación causa-efecto entre la desaparición de los barcos europeos y la libertad de acción de la que hace gala Khalifa Haftar.

En todo caso, tal y como dice el refrán español “a río revuelto, ganancia de pescadores”, la persistente inestabilidad de Libia va a suponer una mayor capacidad de actuar de las organizaciones criminales que Sophia pretendía ayudar a desarticular.

Y a la larga, será Europa quién de una manera u otra va a tener que hacerse cargo de un nuevo contingente de refugiados, en esta ocasión también de origen libio.