
Diario de Ceuta
Subvenciones electorales
No se queden ustedes sin su pellizco de subvención municipal, ese que se reparte con prisas en estos días -y que aprovechando los plazos legales previos a unas elecciones- se están dando con el criterio acostumbrado (el que más convenga en las urnas).
Un reparto que no contempla ni la dignidad, ni el merecimiento y que siguen con luz y taquígrafos aquellos que viven del mismo cuento municipal: prensa de papel + UTE. Un circo de notas de prensa, donde prima la foto y las excusas infantiles para justificar tal desembolso.
El ceutí medio se ha acostumbrado a un sistema subsidiario, asumiendo con normalidad el rastrero método de "vivir mantenidos" y donde muchos hacen cola para su turno. Con toda la parsimonia del mundo -y con un rostro de cemento armado- esperarán su momento para recibir un ingreso. Una forma de sustentar proyectos que, en la mayoría de los casos, no existe fuera y que aquí se hace para fidelizar el apoyo electoral (descaradamente).
Ciertos planteamientos de intereses han dejado a la ciudad deshumanizada, donde los méritos para recibir un cheque no tienen más que un denominador común: conveniencia política. Así, en la ciudad sin alma ya no tiene sentido dejarse la salud tras una barra en la feria, vendiendo papeletas o haciendo cenas benéficas. Porque aquí es más sencillo reír gracias al repartidor de prebendas, dejando de lado todo esfuerzo y disposición para superarse.
Los hechos son tan evidentes que dan vergüenza ajena. Hermandades netamente municipales (con una masa social y un movimiento insignificante), asociaciones con actividades sin recorrido, equipos con cuerpos técnicos enormes como si fueran de la NBA y academias que sin papá ayuntamiento no existirían. Lo peor es que a pocos kilómetros, en la península, el mismo tipo de actividad sobrevive con empeño y pundonor, sin tenerle que reirle las gracias a nadie y siendo autosuficientes por orgullo propio. Parece ser -y es así- que aquí preferimos bajarnos los pantalones y trincar, refrendando y confirmando que ese espíritu de pobres no tiene límites.
Sigamos estirando la cuerda y creando un gasto muchísimo mayor al que Ceuta genera. Mientras no nos fiscalicen desde fuera -y no venga una auditoría externa- seguiremos riendo las gracias a necios.
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