La política española lleva años en absoluta caída libre. El nivel moral, salvo el de honrosas y escasas excepciones, es absolutamente insultante. Los ciudadanos padecemos, sin duda alguna, a la más miserable plana política que, con tal de mantenerse en su poltrona, sería capaz de vender a su familia.

Sin embargo, hay un partido en el que se lleva dando una absoluta pérdida moral, además de ideológica, que preocupa a muchos españoles, puesto que, a pesar de los errores que puede haber cometido en el pasado, es el partido que está llamado a gobernar, si Dios quiere y el PSOE no aguanta. Sin duda estamos hablando del Partido Popular de Alberto Núñez Feijóo. Sin embargo, la inmensa mayoría de la gente que encabeza ese barco sin motor, aparte de ser unos ineptos, conforman el mayor estercolero moral de la clase política española.

La última prueba de ello son los audios publicados por El País con motivo del aniversario del día negro de la historia de los populares. Hablo de la jornada en la que Pablo Casado, guiado por Egea y la corte de palmeros, decidió tratar de aniquilar a Isabel Díaz Ayuso ante toda España. Eso sí, sin pruebas y sin el apoyo de los afiliados. En dichos mensajes filtrados se ve como personajes tan vomitivos como Cuca Gamarra (la peor portavoz de la historia del GPP) y Javier Maroto se deshacían en halagos hacia el “líder”, unas loas que apoyaban el intento de acabar con el mayor activo de los populares: Isabel Díaz Ayuso.

Pero lo sorprendente no son los mensajes, ya que cualquiera se podría esperar esa situación de tan miserables personajes políticos, sino el hecho de que estos individuos sigan formando parte del proyecto de Alberto Núñez Feijóo en puestos orgánicos de extrema importancia. Es decir, el gallego mantiene de forma rotunda a dos momias políticas que nada aportan al partido cuando se sabe con certeza que fueron cómplices y alentadores del intento de inmolación del Partido Popular. En definitiva, que Feijóo traga y calla, y como dice el refranero, el que calla otorga.

Un partido que aspira a desalojar a la peor izquierda de este país y hacer una enmienda a la totalidad a sus políticas no puede estar dirigido por desleales. Roma no paga a traidores, pero el Partido Popular parece que, por ahora, sí. Esperemos que pronto se levanten las persianas, se abran las ventanas y corra el aire en Génova 13. Es necesario que personas de nivel, con talante y con ambición, como por ejemplo Jaime Mayor Oreja, María San Gil, Cayetana Álvarez de Toledo, Isabel Díaz Ayuso o Juan Bravo, se abran paso en un partido que, de no cambiar el rumbo, continuará con la mediocridad que le caracteriza desde hace años.