
Nuevas inquisiciones
Quédate con estos dos nombres: Jordan B.Peterson y Elizabeth Vaugham-Spruce.
Posiblemente conozcas al primero. Canadiense de nacimiento, de 60 años. Psicólogo clínico, escritor de varios libros de éxito, profesor de universidades, entre ellas, la prestigiosa Harvard.
Como psicólogo ha atendido a muchos pacientes, a los que se supone que ha ayudado. Como escritor de fama, sus libros se han difundido por todo el mundo. Puedes encontrar ediciones españolas de los mismos.
Conferenciante de éxito, muchas de sus entrevistas son asequibles a través de su canal de Youtube, algunas de ellas dobladas al español. Tiene miles de seguidores.
Peterson siempre se ha caracterizado por no decir lo “políticamente correcto”, pero esta vez se ha pasado de la raya. Se ha atrevido a decir que sólo hay dos sexos: Hombre y Mujer.
Tamaña desfachatez no podía pasar sin castigo. Así que el Colegio Oficial de Psicólogos de Canadá ha decidido retirarle la licencia para ejercer la psicología hasta que se retracte o hasta que pase por un periodo de reeducación que le impartirán dos psicólogos queer, quienes -por supuesto- ni han sido profesores de Universidad, ni menos en Harvard, ni han escrito tantos libros como Peterson, ni tienen miles de seguidores en sus canales de Youtube. Eso sí, son Grandes Maestres de la Religión de la ideología de género.
Porque en esto se está convirtiendo –se ha convertido ya- la ideología de género. En una nueva religión que impone su dogma a toda costa. Especialmente contra los que, por su éxito personal, por sus conocimientos, o por la razón que sea, tienen capacidad de influir sobre los demás.
Tanto tiempo escuchando sandeces sobre la Inquisición (española), sin atender a otra cosa más que a la propaganda, acusándola de torturas sobre los discrepantes de la Religión oficial, para caer en manos de inquisidores de pacotilla cuya única formación es la que le proporcionan las consignas que emanan de gente tan intelectualmente poco capaz como pudiera ser Irene Montero.
La Inquisición, al menos, era un juicio con todas las garantías. Ahí están los archivos para que lo compruebes. Ahora no. La condena emana instantáneamente de prodigiosas mentes inspiradas por el dios queer. Y además, las opciones son espeluznantes: o pasas por el aro, o te retiran la licencia o pasas por un Gulag del pensamiento. Orwell se está quedando corto en el diseño de su distopía 1984.
Seguramente no sabes quién es Elizabeth Vaugham. No ha escrito libros. No tiene miles de seguidores en youtube. Pero su nombre saltó a los medios el pasado 30 de diciembre al ser detenida en Birmingham (Reino Unido) por un delito de intimidación. Te cuento.
Elizabeth se encontraba de pie, en silencio, en la zona de “amortiguamiento” de un abortorio, y fue denunciada por un vecino que sospechaba que Elizabeth estaba rezando. Te lo vuelvo a contar: no estaba de rodillas, ni con los brazos en cruz. Ni ostentaba un rosario en una de sus manos. Ni tenía una pancarta. Ni estaba hablando con nadie. Sólo ella. En silencio. Rezando en su interior. Tampoco el abortorio estaba abierto. No había ni clientes, ni profesionales.
No obstante, la policía le registró y la detuvo. Por el peligro que supone rezar en silencio en la “zona de amortiguamiento” de los abortorios.
Ya ves, no se van a detener ante nada. Te lo están imponiendo quieras tú o no quieras. No hay discrepancia posible. Y si te atreves a ser libre, te mandarán a un campo de reeducación al más puro estilo soviético, previo paso por la cárcel. Se inventarán delitos de odio sólo aplicables al discrepante, porque lo contrario, eso de entrar en las Capillas Universitarias con las tetas al aire profiriendo eslóganes del estilo “fuera rosarios de nuestros ovarios” es libertad de expresión.
Y la oración silenciosa es un delito de intimidación.
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