Diario de Ceuta
Sin futuro

El insufrible precio de nuestra insularidad nos condena a tener mermados nuestros servicios. Una ciudad que se restringe a sí misma, cerrándose las posibilidades de exportar e importar con las mismas condiciones que tienen en la otra parte de la orilla.
Hemos aceptado unas condiciones especiales que han matado nuestras posibilidades, relegando las opciones de emprender, de tener una industria manufacturera y de conseguir retos sin tener que estar atados al viciado mundo municipal.
La dependencia de la administración nos ha hecho pobres, nos ha convertido en una ciudad sin aspiraciones, sin actividad y sin recursos para ser autosuficientes. Un decadente presente que se conforma con políticos promocionándose y con un porvenir que pende de un hilo.
Quizá mañana sea tarde y no haya vuelta atrás, pero antes debemos rebuscar en nuestros principios y en el orgullo de aquellos mayores que construyeron nuestros mejores años. No podemos seguir a la espera de un milagro y continuar confiando en aquellos que han descapitalizado Ceuta.
La escenificación y el disimulo de una normalidad ficticia no pueden esconder el momento que vivimos, aunque no me negarán que las alternativas son más de lo mismo. Ni las bolsas de comida gratis ni los discursos excluyentes harán que cambie el destino de nuestra tierra.
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