Economía / Frontera
Ceuta ha de enfrentar el reto de apostar por un plan que amortigue el ahogo de Marruecos
Los números de los inversores-importadores decaen, como también lo hace el sector que moviliza el fenómeno del porteo transfronterizo

Aunque las cifras de porteadores se sostienen e, incluso, se elevan, el acostumbrado negocio del trasiego de mercancía desde Ceuta a Marruecos a través de los conocidos coches patera ha sufrido un golpe certero desde la Aduana marroquí, (sin calcular la trascendencia negativa para ellos) que ha puesto a temblar las economías de los inversores-importadores en la ciudad autónoma que habían mantenido, en los últimos años, una estabilidad y crecimiento capaz de promover alrededor de ello todo un sector dedicado y beneficiado directa o indirectamente de este comercio llamado 'atípico' para los de aquí, y de 'susbsistencia' para los de enfrente.
Si bien el cómputo impositivo -ipsi- a sumar por este concepto, a las arcas de la Ciudad, pudiera ser subsanable por Ley, no es menos cierto que todo un sector movilizado por esta economía (transportistas, consignatarias, importadores, comercio...) se vería seriamente dañado y ello significa un destacable porcentaje de PIB en Ceuta.
Pero la tozuda realidad es la que es. Mientras Marruecos, en sus ánsias de ir asfixiando a Ceuta (una tarea diaria, lenta y sostenida en el tiempo), se pega un tiro en el pie (no tiene aún alternativa económica para su hambrienta y mayoritaria población del norte), España no plantea una alernativa real, permanente y, por supuesto, definitiva que evite esta dependencia tan notable del vecino.
El sector empresarial de la ciudad, el que se encuentra volcado en esta dinámica transfornteriza, reconoce la pérdida de un 60% de negocio en los últimos meses.
Resulta complicado, difícil, alinear intereses paralelos entre los que destinan sus esfuerzos al negocio de trasiego de mercadería al otro lado del Tarajal, con la pretendida e, incluso, ansiada demanda turística del pudiente marroquí como una de las supuestas soluciones a la economía de Ceuta, sin caer en la cuenta de que si depende de Marruecos, que depende, la economía de Ceuta tampoco se va a ver beneficiada por esta ensoñación del denominado 'turismo de calidad'. Al pan, pan y al vino, vino... Marruecos no va a dejar que Ceuta prospere porque ni quiere, ni puede permitirlo.
En este juego hasta ahora se va saliendo con la suya, sobre todo teniendo al otro lado del Estrecho un vecino, el español, que no parecer dolerle de veras el daño que pueda padecer una parte de su territorio (ese que está ahí detrás del mar, al norte de África). ¿Y por qué no parece dolerle?, porque lleva más de una década agazapado e incapaz de afrontar con verdadera hombría como nación sus deberes para con su territorio y sus nacionales.
Lo cierto es que el Gobierno de Ceuta, el autónomo y el de España, por extensión, tienen que empezar a marcar sus estrategias y que, en ésta, la prioridad sean los 180.000 españoles que viven en los 33 kiómetros cuadrados de tierra africana española. Y, o lo hacen ya o el futuro pasa por ser demasiado negativo.





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