
Rodea el Congreso
A estas horas se puede confirmar que el asalto al Capitolio brasileño no ha sido más que un disparate, una pieza más en un juego extraño de la extraña política brasileña.
El incidente en sí es lamentable, como lo fue el del Capitolio estadounidense el día 6 de enero del año 2021. Incidente, con el que ambos son comparados sin restricciones.
No ha parecido ni siquiera un intento desesperado por cambiar las cosas. Que hubiera destrozos en mobiliario e inmobiliario no es algo que llame la atención cuando se trata de movilizaciones “populares”. Sin ir muy lejos, Barcelona es un claro ejemplo de forma demasiado frecuente. Que haya alguien detrás de la movilización tampoco ha debido sorprender a nadie. Pero es curioso, los manifestantes reclamaban una intervención militar, un golpe de Estado. Es algo así como reconocer que lo que haces está condenado al fracaso si no hay una intervención armada. Y que por muy violento que seas, al estilo “Cojo Manteca”, eres consciente que lo único que vas a lograr es un titular en las noticias.
La trasposición al escenario español no puede ser más lamentable. Por supuesto que se ha destacado el origen fascista (es decir, no de izquierda) de la algarada. Por supuesto que se ha subrayado lo intolerable que es que el populacho se incaute del Parlamento (la “sede de la soberanía nacional”). Por supuesto que se ha destacado la legitimidad del gobierno forosaopaulino emanada de las urnas. Pero...
En un ejercicio de amnesia selectiva, parece que la población española ha olvidado que:
- El 16 de Enero de 2019 el PSOE andaluz, junto con Adelante Andalucía rodearon el Parlamento andaluz para disrumpir la toma de posesión del gobierno de Juanma Moreno. El PSOE andaluz, que por entonces, según se ha demostrado con el tiempo en sede judicial, no era sino un instrumento de corrupción generalizado, dando lecciones de democracia.
- En 2011 se dio un asedio al Parlament de Cataluña, que consiguió, entre otras cosas que el entonces Presidente Artur Más tuviera que acceder mediante un helicóptero.
- El 25 de Septiembre de 2012 –y días posteriores-, en un claro ejercicio coactivo, bajo el lema “rodea el Congreso”, evolución del lema inicial “okupa el Congreso”, cuyas intenciones fueron coartadas por la presencia de casi mil quinientos policías antidisturbios. Por supuesto, las acusaciones de brutalidad policial siguieron a los intentos reiterados. El “Ejercicio democrático” (según lo calificó esa inteligencia asintomática y actual ministra Irene Montero) persistió hasta el día 25 de abril del 2023 que anunciaron que mantendrían el acoso al Congreso hasta que “el gobierno dimitiera en bloque”. Y en una clara manifestación de democracia en libertad, hicieron que el Pleno que iba a celebrarse tuviera que aplazarse.
- En 2016 se vuelve a rodear el Congreso, motivado porque el gobierno que iba a presidir Mariano Rajoy era ilegítimo (repasen la prensa, por ejemplo el diario Público) pese haber salido de las urnas. Y es que hay urnas de las que emana legitimidad y hay otras de las que ni por asomo.
Y además se apunta la diferencia de que en los casos de USA y Brasil la intentona se realizó cuando el Parlamento correspondiente no se encontraba en funcionamiento; o dicho de otra forma, no se interrumpió ninguna acción parlamentaria. Al contrario de lo que sí que ha pasado en España.
Así pues se concluye que la astracanada de ocupar el Parlamento sin más objetivo que causar una reacción mediática no es un invento de Trump, ni de Jair Bolsonaro, sino de la extrema izquierda, precisamente la que está gobernando España.
Pero esos cuatro (o cinco) ejemplos citados que han ocurrido en nuestro país sí son democráticos, no como los de USA y Brasil, en aplicación de la primera Ley de L’Oreal, porque Echenique lo vale.
Y los españoles seguimos demostrando que, a la hora de votar, tenemos inteligencia, pero fija discontínua.
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