
La mafia se sienta a la mesa
No me refiero, en este caso concreto, aunque la denominación pudiera mover a confusión, a una de las franquicias más importantes de restauración en España. Utilizo el símil, en este caso, para definir la situación a la que el gobierno socialcomunista está llevándonos: El "solo sí es sí" de la ministra podemista Irene Montero facilitando que 86 delincuentes sexuales condenados día de hoy ( y subiendo) ya se han beneficiado de la reducción de penas con una ley que es el mayor desatino y fracaso imaginables; el presidente del Gobierno aliado de Bildu (filoetarras) y Ezquerra Republicana de Cataluña (golpistas independentistas), acusa a PP y Vox de que no les importa España ni la Constitución, él que ha maniobrado subrepticiamente para eludir los dictámenes de los letrados de las Cortes y del Consejo de Estado para analizar la legalidad de derogar el delito de sedición a la medida de los delincuentes políticos catalanes, la malversación acomodada a la carta de ERC, además de acabar con el Tribunal Supremo para adaptarlo a sus intereses, designado a dedo a dos magistrados de su cuerda y reiterar el bloqueo del PP a su renovación como soniquete, cuando éste lo que busca es la independencia judicial con la elección por parte de los propios magistrados y no rebajar a una mayoría simple la designación de los candidatos que ahora está en las tres quintas partes de la representación política en el Congreso.
La vulneración de normas por parte de Pedro Sánchez y los insaciables independentistas que cada vez lo chantajean con más inquina, han provocado un verdadero atentado a la democracia, al Estado de Derecho y a la propia Constitución, muy a pesar de las distorsiones que todos estos desalmados (con sus apoyos mediáticos bien regados de dinero público), quieran esparcir como cortinas de humo para confundir, al señalar que PP, Vox y Ciudadanos intentan un golpe de Estado al estilo Tejero, cuando los socialistas que vivieron ese triste episodio, no tienen nada que ver en cuestión ideológica con los actuales y, aquélla intentona pretendía con una fórmula antidemocrática "salvar España" y no hacer de ella "democráticamente" un reparto territorial en porciones como si fuera un queso, una tarta o un bizcocho.
Justificar lo injustificable bajo señuelos confusos e inciertos, es querer llevarnos (por parte de estos antisistema) a un ámbito de ciencia-ficción, donde quieren hacernos ver que los malos no son tan malos y que los buenos no lo son tanto. La eterna dualidad de la ética humana.
Lo que está ocurriendo en España actualmente es para que nos echáramos a la calle en masa y pusiéramos blanco sobre negro la realidad de los hechos más graves que se han dado desde la democracia. El cúmulo de medidas restrictivas, anticonstitucionales (como los dos estados de alarma ilegales que nos confinó en casa por orden del Gobierno), las mafiosas contrataciones de material sanitario con sobreprecios a empresas de amigos y allegados al margen del sector y con el oportunismo mercantil por bandera, es otro episodio gravísimo y un ejemplo palmario de la mafia que proyecta este gobierno de "socialistos" y comunistas (nada de partido morado y de izquierdas, sino extrema izquierda radical cuando no antisistema), donde la anarquía que imponen es "per se" el mayor atraco democrático que nos sitúa en un régimen totalitario con vocación de república bananera.
El reparto del pastel nacional encuentra en Ceuta su "sosías" político en ese contubernio blanqueado de singularidad y convivencia de un PP= PSOE, compartiendo esos principios denigrantes, con un líder del PP que en la votación contra la Ley de Reforma de la Sedición manda a su partido que se abstenga, sin atreverse a votar en contra de Sánchez, convirtiendo al PP en el PSOE azul y a él mismo, en un representante político fantoche sin el necesario cuajo como para asumir una postura firme, sin concesiones, rotunda contra el destrozo político del que es su adversario político directo y enemigo de España: Pedro Sánchez.
Algo falla cuando hay gente que se plantea que es mejor no dar su opinión para evitar problemas. Debe ser que la corrupción origina un extraño hermanamiento PP= PSOE y han de guardarse las espaldas. No es extraño, por tanto, que la mafia se siente a la mesa: la alcaldesa de Marbella, a diario en la Sexta por su enriquecimiento sin justificar que no ha sido óbice para que sea designada candidata en las próximas elecciones. Mientras, el PSOE con el marido de la vicepresidenta primera Nadia Calviño, colocado en Patrimonio Nacional a hurtadillas, poniendo en cuestión la regeneración y ética políticas. El nepotismo ilustrado se instala en las instituciones públicas al igual que en Ceuta. Somos aquí, un calco de la política nacional, porque es obvio que PP= PSOE.
Mientras, las mafias políticas sentadas a la mesa y devorando de manera pantagruélica, la democracia y el Estado de Derecho, incluyendo en el menú, incluso, las togas del Tribunal Supremo para mayor satisfacción de socialistas, comunistas e independentistas. Un festín de pervertidos políticos ávidos de destrucción masiva.
Ojalá se les indigeste tan bravuconada actuación. El simbolismo arrollador de Unamuno cuando en 1.923 Primo de Rivera dio un golpe de Estado en España y el literato dijo "me duele España", ese grito de socorro ahora adquieren una suerte de eterno retorno con su desgarro simbólico que es algo sintomático, por la pérdida que estamos teniendo de poder democrático; supone un déficit de fe en el proyecto colectivo común de país. Y en situaciones de crisis es cuando suele aparecer esta frase de Miguel de Unamuno y de la generación del 98. Le dolía España a Albert Rivera y a Pablo Casado, también a Pablo Iglesias y a Echenique, "su" España a cada uno de ellos y a modo de psicoanálisis, lo que más muestran unos y otros, más que las luces son sus propias sombras. En algunos casos, como el que nos ocupa, siniestras con tendencia a chinescas por la manipulación que se ejerce.
Los síntomas de decadencia y la pérdida de vigor nacional nos convierten en una masa gregaria; se requiere, por ello, un compromiso decidido para defender la libertad que no depende de política alguna para evitar el holocausto de valores al que nos quieren someter desde el poder totalitario y perverso. Un genocidio político ante el que no hemos de permanecer impasibles.
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