Ineptocracia
Creo que este término de nuevo cuño define claramente la gestión de Pedro Castillo al frente de la República del Perú. Quién fuera saludado como una de las grandes esperanzas de la izquierda internacional, en especial del Foro de Sao Paulo que veía en el cómo se iba expandiendo su ideario en Hispanoamérica, ha demostrado una absoluta incapacidad de gobernar.
Cierto es que no lo tenía fácil desde que el Parlamento contaba con mayoría de partidos de oposición al populismo comunista, aunque tampoco es que representaran una corriente democrática homologada con occidente. Precisamente Keiko Fujimori, la líder de uno de los partidos que conforma la opposición, perdió las elecciones contra Castillo por un reducido margen. Y Keiko no es precisamente un dechado de virtudes democráticas.
Pero el nombramiento de varios primeros ministros no respaldado por el Parlamento, las acusaciones de corrupción (reconocida para saldar la deuda contraída para ganar las elecciones) y la manifiesta incapacidad del Sr. Castillo en intentar conciliar una crisis permanente que pudiera sacar adelante al país, le ha llevado a tomar una decisión demencial: disolver el Parlamento y gobernar por Decreto.
Pedro Castillo hizo una campaña basada en su presunto izquierdismo. En realidad una amalgama de ideologías que no casaba con nada. O dicho en otras palabras, populismo puro y duro. Por un lado se manifestaba socialista y decía respaldar las ideas marxistas del movimiento que lo aupó a la presidencia, el partido Perú Libre, que curiosamente no lideraba él, si no un siniestro personaje llamado Vladimir Cerrón. Por otro lado manifestaba serías discrepancias con el marxismo de nuevo cuño.
Las meteduras de pata en la campaña electoral fueron rotundas. Incapaz de entender lo que es un monopolio, se mostró firmemente partidario de suprimirlos como ejemplo de lucha contra el capitalismo. Pero a su vez se mostró contrario al aborto, a la eutanasia y a las uniones de parejas del mismo sexo. Y aquí está igualmente la clave de su caída en desgracia.
Para la izquierda visceral, no hay peor pecado que mostrarse “partidario de la familia”. Se le puede perdonar que haya intentado dar un golpe de estado, aunque éste haya sido una chapuza. Pero no se le puede perdonar una declaración tan sincera en favor de la concepción tradicional de la familia. Por eso, el conocido intelectual hispano-argentino Pablo Echenique, una vez fracasado el golpe, se apresuró a calificarlo como individuo de “extrema derecha”. Hasta entonces, su partido (el de Echenique) se había deshecho en elogios del personaje, que se había presentado con un sombrero indígena y hasta con unas sandalias hechas de neumáticos reciclados (indumentaria que, salvo el sombrero que lució en varias ocasiones, abandonó inmediatamente). Y es que es conocida la fascinación que la izquierda hispanoamericana siente por el indigenismo precolombino.
Tampoco hay que olvidar que, para hacerse todavía más grato a la izquierda cavernaria, el ineptócrata Castillo hizo un encendido discurso contra la colonización española -en presencia del rey de España-. Porque es sabido que para los indigenistas progres es preferible la existencia en reservas indias que la posibilidad de educarse en la Universidad más antigua de toda América. Porque el malvado rey de España, Carlos I, creó precisamente en Lima la Universidad de San Marcos, a la que -sólo por fastidiar a la población local- podían acceder los indígenas en igualdad de condiciones que los españoles inmigrados.
Volviendo al golpe. Posiblemente Castillo pensaba que por el mero hecho de declararse comunista e indígena, el golpe de estado iba a salirle bien. Y resultó que el único que demostró cierta compasión con el inútil de gorrito chulo fue su compañero de populismo, el mejicano López Obrador.
Y al final, Pedro fue detenido por su propia escolta.
Pero la alternativa de Dina Boluarte, quién se ha hecho cargo de la presidencia del Perú por destitución del inepto Castillo, no permite vislumbrar nada mejor. Perú parece condenado a salir de Guatemala para caer en guatepeor. Lo único con lo que cuenta Boluarte es que ella sí que cumple los estándares de la izquierda, pues es partidaria del aborto, y de las uniones homosexuales.
Creo que este término de nuevo cuño define claramente la gestión de Pedro Castillo al frente de la República del Perú. Quién fuera saludado como una de las grandes esperanzas de la izquierda internacional, en especial del Foro de Sao Paulo que veía en el cómo se iba expandiendo su ideario en Hispanoamérica, ha demostrado una absoluta incapacidad de gobernar.
Cierto es que no lo tenía fácil desde que el Parlamento contaba con mayoría de partidos de oposición al populismo comunista, aunque tampoco es que representaran una corriente democrática homologada con occidente. Precisamente Keiko Fujimori, la líder de uno de los partidos que conforma la opposición, perdió las elecciones contra Castillo por un reducido margen. Y Keiko no es precisamente un dechado de virtudes democráticas.
Pero el nombramiento de varios primeros ministros no respaldado por el Parlamento, las acusaciones de corrupción (reconocida para saldar la deuda contraída para ganar las elecciones) y la manifiesta incapacidad del Sr. Castillo en intentar conciliar una crisis permanente que pudiera sacar adelante al país, le ha llevado a tomar una decisión demencial: disolver el Parlamento y gobernar por Decreto.
Pedro Castillo hizo una campaña basada en su presunto izquierdismo. En realidad una amalgama de ideologías que no casaba con nada. O dicho en otras palabras, populismo puro y duro. Por un lado se manifestaba socialista y decía respaldar las ideas marxistas del movimiento que lo aupó a la presidencia, el partido Perú Libre, que curiosamente no lideraba él, si no un siniestro personaje llamado Vladimir Cerrón. Por otro lado manifestaba serías discrepancias con el marxismo de nuevo cuño.
Las meteduras de pata en la campaña electoral fueron rotundas. Incapaz de entender lo que es un monopolio, se mostró firmemente partidario de suprimirlos como ejemplo de lucha contra el capitalismo. Pero a su vez se mostró contrario al aborto, a la eutanasia y a las uniones de parejas del mismo sexo. Y aquí está igualmente la clave de su caída en desgracia.
Para la izquierda visceral, no hay peor pecado que mostrarse “partidario de la familia”. Se le puede perdonar que haya intentado dar un golpe de estado, aunque éste haya sido una chapuza. Pero no se le puede perdonar una declaración tan sincera en favor de la concepción tradicional de la familia. Por eso, el conocido intelectual hispano-argentino Pablo Echenique, una vez fracasado el golpe, se apresuró a calificarlo como individuo de “extrema derecha”. Hasta entonces, su partido (el de Echenique) se había deshecho en elogios del personaje, que se había presentado con un sombrero indígena y hasta con unas sandalias hechas de neumáticos reciclados (indumentaria que, salvo el sombrero que lució en varias ocasiones, abandonó inmediatamente). Y es que es conocida la fascinación que la izquierda hispanoamericana siente por el indigenismo precolombino.
Tampoco hay que olvidar que, para hacerse todavía más grato a la izquierda cavernaria, el ineptócrata Castillo hizo un encendido discurso contra la colonización española -en presencia del rey de España-. Porque es sabido que para los indigenistas progres es preferible la existencia en reservas indias que la posibilidad de educarse en la Universidad más antigua de toda América. Porque el malvado rey de España, Carlos I, creó precisamente en Lima la Universidad de San Marcos, a la que -sólo por fastidiar a la población local- podían acceder los indígenas en igualdad de condiciones que los españoles inmigrados.
Volviendo al golpe. Posiblemente Castillo pensaba que por el mero hecho de declararse comunista e indígena, el golpe de estado iba a salirle bien. Y resultó que el único que demostró cierta compasión con el inútil de gorrito chulo fue su compañero de populismo, el mejicano López Obrador.
Y al final, Pedro fue detenido por su propia escolta.
Pero la alternativa de Dina Boluarte, quién se ha hecho cargo de la presidencia del Perú por destitución del inepto Castillo, no permite vislumbrar nada mejor. Perú parece condenado a salir de Guatemala para caer en guatepeor. Lo único con lo que cuenta Boluarte es que ella sí que cumple los estándares de la izquierda, pues es partidaria del aborto, y de las uniones homosexuales.
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