Una proyectada corrida de toros ha puesto sobre el tapete lo que ya se venía intuyendo desde hace tiempo, una patética contradicción: la pérdida de identidad española de una ciudad que, como ha reiterado su propio presidente, Juan Vivas, ha de equipararse al resto de España. Los islamistas y adláteres, aquéllos que sacrifican a 4.500 borregos se han revestido de un halo de animalistas sobrevenidos por aniquilar una fiesta patria y españolísima, criticando la denominada tradicionalmente como la Fiesta Nacional. Y han puesto su empeño, los mismos que no se soliviantaron por matar a una vaca en plena vía pública y cuyo acto salvaje y atroz para la Fiscalía no supuso ningún tipo de delito porque respondía a una cuestión de tradición religiosa, ahora el Gobierno de la Ciudad, ese gobierno de Vivas que ha visto una válvula de escape en la "letra pequeña" de una normativa que prohíbe su ubicación en el mencionado lugar de los bajos de la Marina a no ser que sea la propia Ciudad Autónoma quien organice el festejo, se ha retratado siguiendo la estela de quienes ven con normalidad las matanzas depende de quienes las realicen.

La misma Ciudad Autónoma y la misma Autoridad Portuaria que toleran y autorizan negocios que nada tienen que ver con la actividad portuaria como un gimnasio en el muelle de Poniente. ¿No hay normativa a aplicar en este caso? Aquí, en esta Ceuta de la ilegalidad permanente se mira para otro lado cuando interesa, como permitir viviendas ilegales y luego, estos antitaurinos de ahora, exigen que se regularicen con la normalidad de quienes se pasan la ley por el arco del triunfo. La misma Fatima Hamed que trata de desestabilizar nuestras costumbres, cultura, tradiciones y señas de identidad, una antisemita que dice defender las Cuatro Culturas de Ceuta y promueve concentraciones en favor de Palestina contra los judíos, defensora de Palestina en Ceuta, como si nos interesara lo que ella promueve con Caballas..., que quieren hacer valer sus tradiciones en lugar preferente en una tierra a la que Vivas cada vez está cediendo más a la islamización con políticas de cesión vergonzosas y con un carácter melifluo cuando no cobarde. ¿Este es el político que busca repetir como candidato del PP para culminar la islamización definitiva de Ceuta?

En Ceuta una turba mató a una vaca en plena calle "incumpliendo todos los protocolos sanitarios" y hasta la Fiscalía no lo consideró delito. Debía ser un buen ejemplo de bienestar animal hacer tal atrocidad a ojos de menores de edad y llevar a este ámbito primitivo y salvaje tal procedimiento de sufrimiento animal.

Lo peor de esta controversia taurina es la cobardía de un Gobierno local plegado a los intereses de quienes quieren acabar con nuestras tradiciones recurriendo a argumentos insostenibles y contradictorios con sus propias conductas. Se trata de la hipocresía y el cinismo amparado por un Juan Vivas que es un cobarde político, un dirigente sin criterio, navegando en favor de sus intereses por mantenerse en la poltrona y en contra de la mayoría de la ciudadanía local.

El Arte de Cuchares se pone en peligro en Ceuta, donde se presume de españolidad, pero no se demuestra en toda su dimensión. Se antepone la Fiesta del Sacrificio (que no digo que no se realice, pero sí con legalidad) con borregos matados hasta este año en las peores condiciones sanitarias (y en viviendas particulares) a la de los toros. Juan Vivas se ha vestido de luces, una vez más, para ponerse al electorado por montera y brindar esta corrida a los islamistas para no contrariarlos. Olvida la tradición de Ceuta, olvida a aquella Peña Taurina cuando él era interventor accidental en los años 70, se olvida de tantas cosas, que bien merece que los "caballas" de siempre, los de tradiciones ceutíes, se olviden también de votarle cuando vayan a las urnas.

Una vez más, valga el símil, el Gobierno PP= PSOE nos ha toreado. Ya sabemos a qué carta quedarnos y conocemos a que juegan Zipi y Zape en esta perversión del costumbrismo español. Se acaba de escribir un nuevo episodio de la España cañí llevada a un escenario patético de controversia innecesaria si se defendieran los verdaderos valores patrios. Vivas vuelve a hacernos un brindis al sol y a darnos un ejemplo más, otro más, de "españolidad" desvirtuada. Su línea de conducta como gran embaucador y farsante. Su verdadera seña de identidad de político en declive sometido a quienes buscan imponernos sus costumbres y arrebatarnos, sin pudor, las nuestras. ¿Hasta cuándo vamos a tolerar este atropello a nuestras formas de vivir y sentir?