El poder político y el económico siempre han sido "controladores" de la libertad de expresión, pero si ambas formas de presión se dan en uno solo de estos fácticos modos de presión mediática el efecto es multiplicador.

Lo peor, sin embargo, es la forma de prostituirse que adoptan los medios de comunicación cuando asumen ese control "de facto" con las subvenciones emanadas de Gobiernos, bien sea a nivel nacional, autonómico o local. El dinero público es muy goloso, permite unos pingües ingresos y benefician la cuenta de resultados empresariales con solo utilizar el botafumeiro en favor de quien gobierna y, ¡oh sorpresa! la crítica a partidos de la oposición, contraviniendo una vieja acepción ética de que el Periodismo ha de ejercer de contrapoder para el que gobierna, a fin de evitar los dislates y excesos que pudieran producirse con el ejercicio diáfano de unas prácticas que vulneren no solo la ética sino la estética en la res pública.

Prueba de toda esa obsesión por controlar la información es la nueva Ley de la llamada "Información Clasificada" que es una forma de censura previa que nos retrotrae a la Ley Fraga de los años 60, consecuencia de la psicópata perversión de un Pedro Sánchez con los símbolos franquistas, fórmula de enfrentamiento que prodiga con reiteración y, hasta ahora, con tolerancia social y política. Y resulta sorprendente que una Ley que se dicta con la finalidad de preservar la Seguridad del Estado pueda acabar sirviendo de escudo para amparar actuaciones no transparentes de servidores públicos. Está aún por ver si el frontal rechazo de Asociaciones de la Prensa y colegios Profesionales de Periodistas, servirá de parapeto a esta tropelía. El intento de recuperar la censura, como se ha dicho desde sectores de la profesión periodística, no es más que un nuevo ataque al sistema de libertades del presidente del Gobierno que ejecutó dos estados de alarma ilegales y anticonstitucionales y ahora quieren el control del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial.

Ese control político exacerbado lleva a una forma evidente de "domesticar" a los ciudadanos sobre unos cánones huérfanos de principios. Ceuta, por desgracia no es una excepción: los pseudomedios de comunicación reciben las prebendas económicas de Juan Vivas con el beneplácito del PSOE en forma de millones de euros de dinero público. ¿Han visto publicada alguna crítica al Gobierno local en los últimos 22 años a no ser que supusiera una forma de presión para participar del reparto del pastel o por exigir más pastel? La prostitución periodística en Ceuta es tan vergonzosa que se han visualizado palizas en plena calle al responsable de la eufemísticamente llamada "publicidad institucional" por no estar incluido un medio "de verdad" en ella o se han hecho críticas a Vivas cuando algún medio quedó fuera del reparto y hasta un editor decano tuvo la osadía de decir " a mí me dan el dinero de subvención pública no por el buen periódico que hago sino por todo lo que me callo". ¡Menudo ultraje a Juan Vivas, temeroso de verse criticado por su gestión política!

Esa balsa de aceite en al que se ha convertido a nivel mediático Ceuta es la mayor sordina a la gestión del gobierno apalancado 22 años, en las primeras legislaturas con carta blanca para hacer y deshacer por las mayorías absolutas y ahora con la muleta de apoyo del PSOE.

La desvergüenza del periodismo local alcanza límites increíble cuando sólo hay critica para un grupo ¡de la oposición, Vox, precisamente por quejarse de la falta de objetividad y revierten contra esta formación política que quiere limitar la libertad de expresión cuando los propios medios vienen autocensurándose para que fluya el dinero público al bolsillo de sus editores que pagan sueldos míseros a sus periodistas, mientras ellos se forran con el dinero de todos.

Esta es la gran falacia de Ceuta, de su política de vergüenza donde nadie alza la voz para denunciar que, a cambio de dinero se prostituye la información día a día y en la que participan todos aquellos que se dicen progres, aunque con el bozal mediático que el dinero público proporciona a base de ¡millones de euros!, y que la sociedad ceutí ha de conocer cómo se dilapida el dinero de sus impuestos.

Censura previa y control informativo desde el Gobierno de Pedro Sánchez (PSOE), mordaza económica de Juan Vivas con dinero público para los medios locales (debería darse un Pleno extraordinario para informar al ciudadano con detalle a dónde va a parar el dinero de sus impuestos para cercenar la libertad de expresión) y ese reto del mencionado editor que es toda una provocación: "A mí el dinero que me da el Ayuntamiento no es por el buen periódico que hago sino por todo lo que me callo". ¡Viva la libertad de expresión en Ceuta! Rehén de Vivas y del PSOE.

Una forma de prostituirse por dinero. Este es el erial informativo que tenemos día a día: ni opinión crítica contra el gobierno, ni informes sobre ninguna actuación irregular. Hablamos en Ceuta un lenguaje de perfección absoluta en la gestión pública e impoluta actuación de Juan Vivas y Juan Gutiérrez. El mundo al revés: los medios de comunicación de rodillas ante el poder político. La humillación de la información prostituida por dinero. Poderoso caballero (el dinero) somete al más indómito. Si la información es poder, en Ceuta el poder está en callar todo, tragar el órdago político y, encima, poner cara de alegría pensando en los miles de euros de contraprestación. Hay silencios que hablan por sí mismos. Se trata del verdadero sonrojo si hubiera un atisbo de vergüenza de la prostituida profesión periodística.