
Guerrero como diana de sus ocultos enemigos
La comparecencia de Javier Guerrero el pasado viernes fue un punto de inflexión para zanjar de una vez infundios, y posicionarse con firmeza ante los "bulos" y maniobras miserables de esos cobardes que se ocultan en el anonimato y promueven el descrédito intentando dinamitar su proyecto político. No dio nombres, pero sí apuntó a esos intereses espurios que persiguen fulminar ilusiones y legítimos derechos de concurrir electoralmente con el bagaje de la credibilidad basada en su prestigio profesional como médico y la impecable gestión de la pandemia durante su etapa como consejero de Sanidad de la Ciudad Autónoma de Ceuta.
Desalojado de la política con la "fórmula" aplicada también a Pedro Gordillo, con la diferencia que en el caso de aquél hubo grabación tramposa para obtener el "leitmotiv" de la maniobra, mientras que a Guerrero lo que se le hizo fue una encerrona basada en la descalificación en las vacunaciones ocultando su legitimidad a vacunarse por encontrarse en primer línea de riesgo COVID, hecho que para su colega Jesús Lopera le supuso, muy al contrario, una distinción con medalla, pese a encontrarse en el mismo caso. La diferencia es que Lopera es socialista y Guerrero era PP. Y Vivas, desde que percibió que Salvador Illa, a la sazón ministro de Sanidad, ponía en valor su gestión sanitaria en Ceuta no tuvo miramientos en tenderle una trampa para ponerlo en la calle, con la supuesta vitola de aprovechado y algún medio como OK Diario sacó a los "vacuna jetas" señalados con el dedo acusador de la irregularidad que, en el caso de Guerrero, no era tal como se hizo saber de forma malintencionada.
Ahora, llegado su tiempo, Guerrero despierta miedo político. Sí, miedo y mucho. Su condición de empatía con gentes de toda situación social, su cercanía en el trato y, sobre todo, su humanidad, suponen un potencial imparable. Conozco quien me dijo: "Javier Guerrero me salvó la vida al detectarme un cáncer en un riñón y operarme de urgencia. Toda mi vida le estaré agradecida". Se me pusieron los vellos como escapias al comprobar la emoción en sus ojos de aquélla superviviente de la patología asesina por el ojo clínico de un profesional de tronío. El mismo que, un grupo de impresentables estafadores sociales, quieren manchar por su imagen mediática de comunicación y para cercenar su legítimo derecho a optar a unas elecciones que se dicen democráticas pero que algunos se empeñan en que no lo sean, enturbiándolas con episodios ruines y miserables. No quieren que hable el pueblo y muestre su voluntad.
El mísero "establishment" local empeñado en controlar el orden establecido, en la sombra, pero conocemos su identidad. Envueltos en la podredumbre de los hechos y acciones, emponzoñando situaciones, desvirtuando hechos, se creen con capacidad de engañar permanentemente. En su contra, los valores de quien en el "boca a boca" no responde al perfil que ellos, los míseros embaucadores, pretenden "fabricar" y difundir.
Javier Guerrero habló en su comparecencia de prensa de "sectores acomodados en la autocomplacencia" que intentan desacreditar (ya hubo precedentes con él mismo y se desvanecieron como un azucarillo ante la inconsistencia de los inventos), pero vuelven a reincidir contra un político que cree en la democracia, la vida y la justicia.
Guerrero mostró su compromiso de perseverancia en su objetivo (ser candidato por Ceuta Avanza en las elecciones de mayo), sin amedrentarse ante el chantaje o la extorsión sobrevenida. Bien se sabe que la historia nunca la escribieron los cobardes y Javier Guerrero ha demostrado que no se arrenda ante las dificultades.
"Me cueste lo que me cueste, no pienso abandonar", ha dicho con firmeza. Apeló al apoyo de su familia, con la presencia de su mujer como testimonio de la imagen de apoyo junto a él y se mostró seguro en sus palabras, sereno en el mensaje y contundente en los argumentos. Esta vez, hay que reconocer que el prestigioso médico se transmutó en político merecedor de confianza porque ilusión no le falta e ideas tampoco, para afrontar un nuevo reto en su vida, él que ha salvado tantas y que tiene muy claro su objetivo, bien merece asumir que, (sin pretenderlo), otros lo han situado en la diana: sus ocultos enemigos. Hay que recordar a los clásicos llegados a este punto: Decía Cicerón que "todas las cosas fingidas caen como flores marchitas, porque ninguna simulación puede durar largo tiempo".
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