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Lucas Castaño
Martes, 19 de Julio de 2022

Lo perdí todo pero gané libertad

La superioridad moral de la izquierda en nuestro país llega a límites insospechados. Ellos venden lo aterradora que ha sido la derecha a lo largo de la historia y nos recuerdan, casi diariamente, las muertes que ésta ha provocado. Sin embargo, hablar de las muertes, la represión y el hambre que la izquierda propaga por otras latitudes en la actualidad y a los largo de la historia, como el comunismo ha dejado y deja, les es imposible verbalizarlo.

 

Hace unas semanas conocí a Ana, seudónimo con el que me pide que me refiera a ella por miedo a represalias contra familiares suyos. Esta cubana, de unos 40 y tantos años (joven en la actualidad), trabaja en una parafarmacia de un conocido centro comercial por las mañanas y limpiando pisos turísticos por las tardes, en muchas ocasiones con la ayuda de su hijo de 16 años. Ana estudió ingeniería agrícola, una carrera de indudable dificultad, por desgracia, nunca ha podido ejercer los estudios que ella define como: ¨La pasión de mi vida¨. Durante esta entrevista me describió con detalle su infancia, una infancia que recuerda como muy bonita, pero sin olvidar la dureza una vida llena de obligaciones de supervivencia para una niña. Me cuenta emocionada que con tan solo 11 años trabajaba de 7 de la mañana recogiendo naranjas y limones con una bolsa que era más grande que ella. Recuerda como los niños de su edad se tiraban de lo alto de las matas, en las que se subían para recoger las frutas, con el único objetivo de partirse algún hueso y así tener que ser operados y descansar. Asegura que esto lo hacían empujados por la desesperación de no poder más. ¨Vivíamos en un régimen absolutamente militar y sólo teníamos once años¨, esta una de las duras reflexiones que hace sobre la vida de una niña en el duro régimen dictatorial comunista cubano.

 

Es escalofriante notar y conocer el miedo que  han vivido y siguen viviendo personas como Ana. Un miedo que no les permite hablar con plena libertad ni estando en el otro lado del Océano Atlántico, un miedo que les persigue, les limita, por terror a las represalias contra su familia que todavía vive allí, bajo una dictadura con más de 60 años de duración. Esta mujer de voz envolvente me dice que este miedo es en el que los educan desde pequeños, es el control de un Régimen sin escrúpulos, “la normalidad”. Con episodios como este me rondan por la cabeza muchas preguntas, pero la que realmente se me repite es, ¿cómo los líderes de izquierdas, que nos empapan con su gran moralidad y defensa de la democracia diariamente, se atreven a encubrir y alabar las situaciones antidemocráticas como las que se viven en Cuba de forma pública? La respuesta para mi no es fácil encontrarla, pero podría encaminarme a pensar que la degeneración de nuestro clima político llega a tal punto que todo vale, incluso aprovechando la ignorancia absoluta de muchos ciudadanos sobre la situación que se vive en Cuba y el silencio cómplice de los medios.

 

En el transcurso de esta conversación, desde la cercanía que me ha permitido Ana, le pregunté qué es lo que se  había dejado ella atrás en la isla. Su respuesta, notablemente emocionada, fue clara: ¨En Cuba lo dejé todo”.  Al finalizar la entrevista esta valiente mujer rompió a llorar y explicó los motivos que le llevaron a escapar de su patria, de sus raíces, de su familia. Entre todos los motivos que enumeró, no me cabe la menor duda que el más importante fue su hijo. Me insiste que pese a todo lo que ha perdido dejando Cuba ha ganado algo impagable en España, libertad y un futuro digno para su hijo. Esbozaba una sonrisa al afirmar que sabe que él se las apañará muy bien aquí, cosa de la que no me cabe la menor duda.

 

Este encuentro, para mí, es una simple muestra del sufrimiento que padecen miles de personas como Ana y que es blanqueado por políticos, partidos y gobernantes que nunca han tenido que vivir aterrados por el miedo,  amenazados por sus ideas y mucho menos carentes de libertad. Por todo esto, cuando la extrema izquierda del Gobierno de este país nos da lecciones de moral de manera constante sin respetar otras ideas, con populismo y manipulaciones. Los que somos demócratas, sin importar la ideología (derecha o izquierda), les debemos de recordar incansablemente que en los regímenes que ellos defienden públicamente con frases como “patria y muerte”, hay mucha gente sufriendo, muchas personas desaparecida, muchos ciudadanos asesinados que han luchado y siguen luchando contra unos totalitarios por sus libertades, y que piden hasta su último aliento “patria y vida”.

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